Místicos católicos // Pedro Malón de Echaide

Malón de Echaide, Pedro. Cascante (Navarra), c. 1530 – Barcelona, 1.IX.1589. Agustino (OSA), catedrático de Sagrada Escritura en las Universidades de Huesca y Zaragoza y escritor espiritual.

Hijo de Juan Malón y Graciana Zapata; el hecho de que su padre fuese escribano de la noble villa navarra explica la buena formación en letras que tuvo en su infancia y posteriormente en Zaragoza.

Se desconoce la decisión de ingresar en la vida religiosa, pero sí se sabe que tomó el hábito en el convento de San Agustín de Salamanca en octubre de 1556, profesando al año siguiente, y realizando inmediatamente después los estudios de Teología en la Universidad. Coincidió con una de las etapas más gloriosas de aquella casa; recuérdese que santo Tomás de Villanueva había sido nombrado prior en 1522, Arias Montano lo frecuentó en 1554, y fray Luis de León obtuvo la licenciatura de Teología en 1560 y sacó la cátedra de Santo Tomás en 1561. Al terminar su formación eclesiástica, fue destinado al recién fundado convento soriano de Ágreda, comunidad pequeña y casa menor entre las de la provincia agustiniana de Castilla, permaneciendo hasta el final de la década, porque el trienio 1569-1572 los pasó en el convento burgalés del Santo Cristo, casa ésta grande y notable. Tanto en Ágreda como en Burgos desempeñó tareas docentes, por ser casas de formación, desempeñando en esta última ciudad el cargo de lector y, sobre todo, una fuerte vida religiosa, ya que el convento tenía una intensa actividad pastoral tanto en su iglesia como en los pueblos de la comarca; no se olvide que en 1531 santo Tomás de Villanueva había sido prior de aquel convento, y en Valladolid no hacía mucho que tanto santo Tomás, como san Alfonso de Orozco, habían sido predicadores de Carlos I.

Fueron años en los que la reforma de los regulares era un tema que preocupaba y ocupaba a las Órdenes Mendicantes; esa puede ser la razón de que en 1582 fray Pedro saliese de Burgos y se incardinase en la provincia agustiniana de Aragón, donde había comenzado la reforma de los observantes en 1568, y para la que el papa Pío V había nombrado reformador al prior de Sevilla fray Rodrigo de Solís, religioso propuesto por Felipe II. Algo pudo influir también en su paso a los territorios de la Corona de Aragón el hecho de que ese mismo año fuese detenido por la Inquisición fray Luis de León, junto con sus amigos Grajal y Cantalapiedra y el agustino fray Alonso de Gudiel, que era el encargado de exponer una tesis en el Capítulo de la provincia agustina de Castilla, que se celebró en Valladolid ese mismo año 1572, siendo sustituido por el padre Malón, que también era estudioso de los temas de exégesis bíblica. Todas estas circunstancias debieron impulsarle para alejarse del Tribunal castellano del Santo Oficio y afiliarse a la provincia de Aragón, aprovechando la ida de agustinos reformadores.

Etapa fecunda la de estos años, tanto en Huesca como en Zaragoza, porque simultaneó la prelacía religiosa con la actividad pastoral, la enseñanza universitaria y la creación literaria. Faltan documentos por los que se pueda establecer fehacientemente el itinerario conventual seguido por fray Pedro, pero, según los que se conocen, parece ser que su primer destino fue Huesca, donde residió el trienio 1572- 1574, luego pasó de prior a Zaragoza, donde debió de ser nombrado en el Capítulo Provincial de 1574, permaneciendo allí hasta finalizar su mandato, regresando a Huesca como prior en 1577 y siendo reelegido en 1580, de donde salió en 1583 para Zaragoza como consejero provincial (definidor).

En Zaragoza tuvo que intervenir en la fundación de real convento oscense de Nuestra Señora de Loreto, que, por expreso deseo de Felipe II, en 1585 Gregorio XIII concedió a los agustinos. Finalizado su cargo en Zaragoza (1586), fue nombrado prior del convento de Barcelona, próximo a las Ramblas y las Atarazanas, en el cual seguirá con su misma vida religiosa, pastoral y literaria, pero ya con una salud muy quebrantada. Junto con el provincial padre Gaspar de Saona, fundó el colegio de San Cayetano, del que fue primer rector el padre Jerónimo de Saona, que luego tuvo un papel destacado en la obra del padre Malón; estuvo en Barcelona y teniendo que hacer frente a la gran peste que se extendió por la ciudad y alrededores durante más de seis meses en 1589 y comienzos de 1590. La comunidad agustiniana se volcó en atender material y espiritualmente a los apestados, centrándose en la feligresía de la parroquia de Santa María del Mar y costándole la vida a siete religiosos, entre ellos al prior fray Pedro Malón de Echaide, que murió el 1 de septiembre.

La formación académica comenzó en Salamanca, donde adquirió sólidos conocimientos humanísticos, griego y hebreo, y donde probablemente obtuviese el bachillerato en Teología, sacando la cátedra de Sagrada Escritura en la Universidad de Huesca, donde se licenció y doctoró en Teología, en 1581, concediéndole el padre general el preciado título de maestro, en 1582. Cuando fue trasladado a Zaragoza se le nombró catedrático interino de Teología, en 1584, y la regentó durante varios cursos. Sin embrago, la figura de fray Pedro Malón destacó por su maestría del idioma, por la fuerza de su palabra, por la hondura de su pensamiento y por la unción de su mensaje como quedó expuesto en su reducida obra literaria. Fue predicador en las iglesias conventuales de las ciudades donde vivió y en púlpitos de otros muchos lugares.

Su formación agustiniana y por lo tanto neoplatónica fue el marco donde vertió la doctrina espiritual que enseñó en la cátedra universitaria y en los escritos.

Y lo hizo en un bello lenguaje castellano, sintiéndose orgulloso de utilizar este vehículo de comunicación, condenando al latín por ser ya una lengua ininteligible para la mayoría de la gente del pueblo, con lo peligroso que resultaba entonces expresar conocimientos bíblicos en lengua vulgar y desafiando a los que mostraban un pensamiento pobre y oscurecido además por el latín, aún sabiendo que él sería criticado por esta notoria novedad. El ejemplo de sus hermano fray Luis de León le sirvió para elogiar la superioridad y riqueza del castellano, “pues no hay lenguaje, ni le ha habido, que al nuestro haya hecho ventaja en abundancia de términos, en dulzura de estilo, en ser blando, suave, regalado y tierno y muy acomodado para decir lo que queremos, ni en frases ni en rodeos galanos, ni que esté más sembrado de luces y ornatos floridos y colores retóricos, si los que tratan quieren mostrar un poco de curiosidad en ellos”; deseando que esta lengua española alcanzase el mismo prestigio en el mundo como entonces estaban consiguiendo las armas.

Aunque La conversión de la Magdalena fue el único escrito publicado en su vida, se ha sospechado que Malón de Echaide escribió más obras, por propia confesión suya. El prior del convento de Barcelona a la muerte de fray Pedro era Jerónimo de Saona, encargado como superior de revisar la celda, los libros y los papeles del religioso fallecido y dictaminar el destino final de los mismos, generalmente el archivo y la biblioteca conventuales. Es sintomático que, pocos años después, en 1598, el padre Saona diese a la imprenta dos títulos cuya estructura, estilo, concepción y desarrollo formal recuerdan bastante al padre Malón. El padre Jerónimo era maestro en Teología y sobrino del padre Gaspar de Saona, que fue provincial de Aragón y catedrático de la Universidad de Barcelona; él pudo autorizar que los papeles de Malón quedasen en manos del prior, sin pasar al archivo del convento, y por eso le estaba agradecido.

No hay constancia de usurpación de autoría y en qué medida se aprovechó de un trabajo ajeno, si es que lo hizo; desde luego, no sería la primera vez que materiales más o menos esbozados o elaborados fueran apropiados mezquinamente por otra mano que luego publicaba con su nombre. El padre Santiago Vela fue el primero en sospechar que esas dos obras publicadas por el padre Saona correspondían verdaderamente a la mano e ingenio del padre Malón, y así se ha venido repitiendo por otros investigadores.

Recientemente Javier Clemente, gran estudioso y conocedor de la obra maloniana, es el que mejor ha analizado y comparado las obras, pudiendo llegar moralmente a la conclusión de que los Discursos […] y la Jerarquía […] son obras de fray Pedro Malón de Echaide, usurpadas fraudulentamente por el padre Saona, que en 1599 pasó a los agustinos descalzos (conocido como Jerónimo de San Lorenzo), desarrollando una intensa actividad fundadora y regresando a los calzados, donde vivió con gran edificación hasta su muerte acaecida en 1629.

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