Francisco Martínez  // El respeto a la alteridad como derecho sagrado

         Si, como proclama el himno juanino, no sólo la confesión de fe en Jesucristo (Jn 1,1-18) sino su preexistencia, su vida con nosotros y el que el Padre celestial lo exalte sobre todas las cosas, constituye un misterio de amor; también, porque “a Dios nadie lo ha visto jamás” (Jn 1,18), este cristológico himno nos revela que sí lo podemos ver y tocar porque, así nos trascienda, como Dios se humanizó en su Hijo, sólo lo podemos encontrar en la medida en que nos solidaricemos con el otro.

         En ese sentido, la clave para entender y practicar nuestra fe yace en la alteridad. En el derecho del prójimo…. a Dios se le encuentra ¡en el ser humano! No hay de otra: “el que los recibe a ustedes, me recibe a mí y el que me recibe a mí, recibe a quien me ha enviado” (Mt 10,40). En otras palabras, como nos comportemos con el otro, por más pequeño e insignificante que sea, nos comportamos con Dios humanizado (Mc 9, 37).

         Nace de ahí ‘el derecho del otro’. O, pluralizando, ‘los derechos humanos’. Inherentes a todos, sin distinción de ninguna clase. Siempre interdependientes. Indivisibles siempre. Atemporales. Puesto que todos hemos sido creados a imagen y semejanza del Creador (Gn 1,27), totalmente inalienables. A grado tal, que en su esencia radica un no absoluto, toral, a cualquier dejo de discriminación.

         De hecho, lo que atesora la Natividad de Jesús, es que Dios se hizo hombre para certificar que, así como en la alteridad amorosa yace el rechazo a toda injusticia: al robo, al cobro de piso, al homicidio, a la demagogia, a la mentira, al odio (Jn 3,15), a la esclavitud, a la usura, al salario injusto (Sant 5,4); así también yace la prevalencia del bien común sobre el bien individual. Y la de la paz sobre la guerra.

         Por eso, el misterio de amor que conmemoraremos la noche del próximo 24 de diciembre, rebasa infinitamente la ubicua proliferación de luces y pinos navideños, de posadas-baile, de bebidas y regalos. El hecho es que, Dios humanizado remite sin más, aunque de manera misteriosa, a la elevación del respeto a la alteridad como derecho sagrado.

Que el Nacimiento de Jesús, nos impulse a abrir nuestro corazón a las necesidades del otro… ¡Feliz Navidad!

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FRANCISCO MARTÍNEZ GARCIÁN

Estudió Filosofía y Teología, en el Seminario Diocesano de Zamora, Historia en la Normal Superior Nueva Galicia de Guadalajara y fundador de la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán.

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