Dicen que dijo Voltaire –conste, jamás he dado con la cita— de nosotros los sacerdotes; “se juntan sin conocerse, viven sin amarse y mueren sin sentirse”.
Irredento anticlerical, este personaje de la Ilustración vivió fanatizado contra todo fanatismo. Contra todo lo absoluto. Arisco contra toda clase de poder, escribió: “debe ser muy grande el placer que proporciona, puesto que son tantísimos los que se desviven por tenerlo”.
No dudo que haya casos en los que esa frase de Voltaire, respecto a los sacerdotes, no se halle tan lejana a la realidad; no obstante, hoy quiero referirme a uno que con su testimonio de vida la desmiente por completo. Me refiero al sacerdote diocesano Alfonso Verduzco Pardo, quien suma años enfermo y en cama, ya sin una de sus piernas, y cuyo estado de salud es grave. Sacerdote del montón nunca ha sido. Autor prolífico como ninguno, nos ha obsequiado, así la gran mayoría haya hecho vacío, obras tan valiosas como “El aspecto humano del Sacerdote” (1966), “Historia de la Diócesis de Zamora, de 1950 a 2000” (2001), “Corrientes profundas “2001), “Cuesta de arena para pies cansados” (2004), “Herederos de Cizaña” (2006), “Hombres primero, Sacerdote luego” (2004) y, entre muchos, “Catecismo fundamental para adultos” (1982).
Doctor en Teología, catedrático en el Seminario, Pastor por antonomasia, fundó de la nada la Parroquias de El Carmen en Los Reyes y la del Espíritu Santo en Zamora. Trabajó con gran acierto la Pastoral Juvenil en Zamora, donde lo mismo resaltó como dramaturgo y cineasta. Promovió los medios audiovisuales de comunicación aplicados a la Pastoral Sacramental, se involucró de lleno en la fundación de las Universidades de Zamora y participó cuando la UMAE (Unión Mutua de Ayuda Episcopal); promovió los encuentros matrimoniales, apoyó la obra asistencial de ‘Mamá Rosa’, fue en sus inicios colaborador asiduo de “Mensaje”, sirvió como Párroco en Jiquilpan y hasta participó en el programa de TV “God walks with you” con el Rev. Matos, Raúl Duarte y un Servidor, en el canal 34 de los Angeles , Ca. USA.
Actualmente, desde su lecho de enfermo, cuando se encuentra consciente, todavía recibe a cualquiera que toque a su puerta, atendiéndolo con calidad humana y cristiana caridad… (hace unos días pudimos darnos la bendición e intentar un abrazo fraterno). Termino confesando la ‘erdipia’ que siento frente a la indiferencia de no pocos compañeros que dan un apoyo vergonzoso a la frase de Voltaire con la que inicié este escrito.
Nahuatzen, noche del lunes 27 de enero.