Cargada de profundo simbolismo, la celebración de la ‘Manifestación de Jesús’, cuando Él se revela como Mesías para todos los pueblos y todos los tiempos del mundo, se conoce en hispanoamérica como ‘Día de los Santos Reyes”: fusión de elementos tradicionales, religiosos y culturales que esperan y viven los niños con inmensa algarabía.
Si bien el primer evangelio no los describe como reyes, ni tampoco apunta sus nombres, desde el siglo IV, gracias a los relatos apócrifos, Melchor, Gaspar y Baltazar, oriundos de oriente, fueron quienes, guiados por la estrella de Belén, llegaron a Belén a adorar al Niño, dejándole como ofrenda: oro, incienso y mirra (Mt 2, 1-12).
Que El Mesías, a quienes conceptuaban los judíos como algo exclusivo, desde su nacimiento se manifieste como salvador de las naciones, constituye un don verdadero y trascendente. Más allá de los tiernos y obsequiosos regalos: juguetes, carritos, muñecas y hasta laptops y celulares, que los niños reciben la mañana del 6 de enero por parte de sus padres, ese manifestar a Jesús ha de extenderse de manera significativa durante todo el año.
En el aspecto material, por ejemplo, asegurando de la mejor manera posible ‘casa, vestido y sustento’. En el ámbito formativo: dejando muy en claro los valores y referentes morales; estableciendo reglas y límites. En el renglón educativo: corresponsabilizándose e interactuando con las instituciones educativas, poniendo a la vez todo su esfuerzo en que sus hijos terminen una carrera universitaria. En lo que a la salud corporal respecta: haciendo del ejercicio físico un hábito cotidiano. En lo que toca a la afectividad: convirtiendo a la familia en un círculo interactivo de comunicación amorosa. Y, en lo que corresponde a la espiritualidad: dando a sus hijos las razones de su Fe y testimoniando que a Dios se le encuentra en el prójimo, principalmente en el más necesitado (Mt, 25, 35-46).
Se evitará así reducir la celebración de la Epifanía a una mañana de obsequios para transformarla en lo que debe ser: la donación continua de una fe abierta y universalmente inclusiva.