Recordando a Alfonso Verduzco Pardo y su pastoral social en Zamora

Jesús Álvarez del Toro

El pasado 28 de enero falleció Alfonso Verduzco Pardo, a los noventa años, con un mes y 16 días de fructífera existencia, humanista a carta cabal como lo dijera en el sermón de misa de cuerpo presente su buen amigo, Germán Cobos. Hoy nos permitimos recordarlo hablando un poco de su labor.

Alfonso Verduzco Pardo nació en esta ciudad el 12 de diciembre de 1934, estudio en el seminario de nuestra ciudad y posteriormente fue enviado al seminario de Montezuma, Nuevo México, manejado por los Jesuitas, y al concluir la licenciatura en filosofía, paso a Roma, donde alcanzó el doctorado en Teología; recibió el subdiaconado en octubre de 1958; el diaconado ahí mismo en diciembre del mismo año y el presbiterado el 14 de marzo de 1959.

Regresó a Zamora recién iniciada la década de los sesentas del siglo pasado y fue comisionado por el obispo de la diócesis para trabajar con la juventud.

Así inició un trabajo de acercamiento con los jóvenes de aquel tiempo, enfocando su pastoral social a la denuncia de la injusticia social a través de uno de los géneros literarios que, por sus características propias, cumple con el acercamiento entre quien es actor y espectador: el teatro, actividad que mantuvo durante 4 décadas.

Recuerda que, como todo inicio, no le amedrentó la negativa de un sector de la sociedad para el impulso de la labor que pretendía realizar. Su periplo en la actividad teatral contempló un trío de calles: Hidalgo, Aquiles Serdán y Madero.

En la década de los sesentas, Verduzco Pardo y un grupo de zamoranos fundan el CCAZ (Centro Cultural y Artístico de Zamora), al que concurren personajes que incluso ya fallecieron: Isidro Juárez Rangel; Jesús Gómez Ayala; Francisco Elizalde García; Humberto Garibay Hernández, Blanca Luna; Conrado González Leyva; Carlos Méndez Trujillo; Carlos Ramos Valencia, Alma Topete y otros más que la memoria nos aleja.

En el local que hoy ocupa “La Pantera Rosa” inicia la actividad del grupo, de ahí a donde ahora es el acceso a la escuela “Juana de Asbaje” por Hidalgo; posteriormente el café “El Quijote” por Aquiles Serdán; posteriormente en la que fuera casa del Dr. Salinas por Madero y ya para finalizar, en donde fuera la posada “Amado Nervo”.

Centro Cultural y Artístico de Zamora, Teatro Provincia y alguna otra denominación, fueron la constante de la actividad de Alfonso Verduzco Pardo y para coronar, además, años de esfuerzo con la realización de una película: “Prosopon” a la que podemos traducir como “rostros” o “máscaras”, algo que Alfonso ha tratado de desterrar de la sociedad zamorana.

Esta película fue una realización cien por ciento zamorana: Producción, Dirección, Actores y actrices, que aún podemos ver en nuestro entorno y la que según sabemos, se encuentra ya en la cineteca nacional.

La pastoral social de Alfonso no se limitó a su ciudad natal, sino a las parroquias a que fue asignado. Por ejemplo, fue el proyector y constructor de los escalones de acceso a los Chorros del Varal en los Reyes, Michoacán. Realizó actividades diversas en Jiquilpan y en la parroquia del Espíritu Santo en nuestra ciudad.

Se desempeñó como profesor preparatoriano, normalista y universitario en esta ciudad.

En su labor literaria ha publicado casi un centenar de libros entre teatro, novela, cuento y un número indeterminado de crónica social que retrata fielmente a la sociedad zamorana.

Hoy, y después de años postrado en su reposet por haberle sido amputada una pierna, falleció, dejando un legado de vivencias artísticas y de formación para nuestra juventud. Su entereza y vigor lo mantuvieron escribiendo. En su labor literaria ha publicado más o menos un centenar de libros entre teatro, novela, cuento, filosofía, teología y un número indeterminado de crónica social que retrata fielmente a la sociedad zamorana; prueba de ello es “La Barcina Humorística de Zamora”.

¡Descansa en paz Alfonso!

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