“El río San Rodrigo era hermoso, lo han destrozado”; activista Waldo Terry advierte daños por extracción de material pétreo

El activista Waldo Terry advierte que la extracción de material pétreo ha afectado el afluente en su parte baja

Piedras Negras.— El río San Rodrigo está seco. En Coahuila, lo secaron. Hace décadas era un río a donde acudían visitantes a descansar, a pasar un día de campo, pescar o simplemente llegaban a admirar el agua, los animales y la vegetación. Todo aquello se convirtió en un paraje desértico, con sabinos secos a punto de caer y sin peces en el agua.

“Es una tristeza”, dice Waldo Terry, activista y presidente de la organización Amigos del río San Rodrigo, quien en los últimos años ha intentado rescatar el río. También es oriundo de El Moral, la comunidad más afectada por el secamiento del afluente que deriva en el río Bravo.

Este afluente nace en las Serranías del Burro, dentro del municipio de Zaragoza, pasando por las comunidades Agrícola y El Remolino. Cruza por los municipios de Jiménez y Piedras Negras hasta su desembocadura con el río Bravo, pero ha sido destrozado en su parte baja, principalmente por la extracción de material pétreo por parte de empresas que tienen concesionado el derecho.

De acuerdo con datos del Registro Público de Derechos de Agua (Repda), en México existen 4 mil 607 concesiones para la extracción de 345 millones de metros cúbicos de material pétreo que se usa principalmente para la construcción. En el río San Rodrigo hay cinco concesiones otorgadas a Juan Martínez Rodríguez, Juan Martínez Talamantes, Materiales San Rodrigo, S.A de C.V., y dos concesiones a Agregados de Calidad, S.A. de C.V., que en conjunto pueden extraer al año 3 millones 894 mil 707 metros cúbicos, según el Repda.

Estas empresas han extraído piedra de bola, canto rodado, cascajo o grava, y al retirar los bancos de material, impactan en la funcionalidad del río, explica Waldo Terry.

“Todo el bosque, todo el corredor ripario, desde la presa hasta el río Bravo, ya no existe. La parte baja fue arrancada por las máquinas para tener acceso al material”, detalla el activista.

Esto sin importar que el río es considerado como prioritario por su biodiversidad de ecosistemas, por parte de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio). El costo ambiental ha sido alto: nogales, álamos, fresnos y sabinos secos, y extinción de especies como castores, nutrias, aves migratorias, guajolotes, entre otra fauna.

Rafael Zuno, integrante de Encuentro Ciudadano Lagunero y miembro de la Red Nacional de Agua para todos Agua para la Vida, dice que se trata de problemas aparentemente invisibles, pero que son graves por el gran deterioro y alteración del ciclo del agua y el impacto en la recarga de los acuíferos.

Sin acciones de remediación

El 9 de abril de 2019 se publicó en el Diario Oficial del Estado de Coahuila un acuerdo para declarar al río San Rodrigo zona de restauración, y en 2021 se publicó el programa de manejo. Pero no se ha hecho nada porque sigue la actividad extractiva, menciona Waldo Terry, y agrega que “los camiones entran y salen todos los días”.

De acuerdo con el activista, el daño al río es casi irreversible o reversible a muy largo plazo, pues para restaurar se tiene que reintegrar el material pétreo; sin embargo, “de dónde se trae”, cuestiona.

Susana Estens, secretaria de Medio Ambiente en Coahuila, reconoce que la restauración del río San Rodrigo es un tema pendiente, y admite que existe una extracción “exagerada o desmedida” de los materiales pétreos.

“Hay autorizaciones de Conagua, es una de las situaciones donde se traslapan las autoridades, lo estatal y la Conagua que tiene que regularlo por ser un cauce de jurisdicción federal. No sé si ya expiraron o si siguen vigentes la concesiones”, comenta.

Además, el río San Rodrigo está incluido en el Tratado de Aguas de 1944 entre los gobiernos de México y de Estados Unidos, en el cual se le asignan a nuestro país dos terceras partes del caudal que llegue a la corriente del río Bravo procedente del río San Rodrigo.

Sin embargo, de acuerdo con datos de la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), la aportación del río San Rodrigo al río Bravo ha sido de apenas 14.2 millones de metros cúbicos desde octubre de 2020. En el ciclo de cinco años, el gobierno mexicano tiene que aportar entre todos los afluentes, 2 mil 158.6 millones de metros cúbicos, y hasta el 17 de febrero el acumulado aportado era de 540.1 millones de metros cúbicos.

“Estamos debiéndole mucha agua a Estados Unidos, no tenemos para pagarla. No están los ríos en condiciones de pagar eso, por la forma en que se manejan”, expone el ambientalista Waldo Terry.

Además, dice que hay otros factores que han dañado al río como el “estrangulamiento” de la presa La Fragua que ha alterado el flujo natural del caudal, la sobreexplotación del acuífero Allende-Piedras Negras a causa de la actividad agrícola, la minería del carbón y la extracción de agua de la compañía cervecera de Coahuila.

“En cuarto lugar, la incapacidad de las autoridades ambientales para reconocer el impacto sobre el río. Por ignorancia, complacencia, acuerdos con empresarios (…) no se hace nada. Conagua nunca ha controlado nada, ni la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa). Se deslindan, se pasan la pelota”, critica.

Dice que la solución vendrá si la autoridad quisiera ordenar, cancelar las extracciones de material pétreo y permitir el flujo continuo del agua. “Tiene solución si tomaran cartas en el asunto”, añade.

 “Era hermoso, lo han destrozado”

La señora Dora tiene 65 años, los mismos que tiene viviendo en El Moral, la comunidad contigua al río San Rodrigo, al que recuerda hermoso y donde pasó gran parte de su juventud.

“Está destrozado. Ya no lo usan para divertirse. Lo usan como basurero. Está horrible”, comenta la vecina.

Inclusive, bromea, la gente ya no se moja en el río, sino que se hunde en el zoquete.

La señora Dora recuerda que antes la gente paseaba en el río, pescaban o hacían reuniones. Pero ahora la gente ya no llega.

De hecho, de acuerdo con datos del Censo de Población y Vivienda del Inegi, la población en El Moral ha disminuido.

El presidente de la organización Amigos del río San Rodrigo comenta que cuando corría agua por el río se derivaban canales que pasaban por los solares de El Moral. Las casas tenían hortalizas, vacas, cabras, y las familias eran sustentables de la producción de leche, derivados y verduras.

“Todo eso se acabó. Se agotó el río, se agotaron las norias. Muchos migraron a Estados Unidos”, dice.

Un problema precisamente es que el secamiento del río ha provocado que las norias se queden sin agua. Por consecuencia, paradójicamente a pesar de vivir al lado de un río, las casas batallan para tener agua.

“El río era el eje de la vida, el sostén de los pobladores de El Moral. Ya no hay nada”, lamenta Terry.

La señora Dora platica que siente tristeza de ver cómo ha terminado el río. “Hicieron puro mugrero”, señala sobre los efectos de las empresas extractoras de material pétreo.

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