El celular, entre los adolescentes, se ha convertido en un medio sine qua non pueden prescindir un solo instante de su día. Aquí en México se calcula que más del 90% lo utiliza. Y si bien la familia y amigos deberían constituir sus principales agentes de socialización, el hecho actual es que ese dispositivo tecnológico que les da acceso inmediato a tecnologías de la información: Instagram, Facebook, Tik Tok, WhatsApp, YouTube, Snapchat, Telegram… ha tomado un papel protagónico que influye de manera decisiva en su vida.
Paralelas a la formación familiar y a la educación escolar, las tecnologías de la información, de particular manera el celular, se han convertido en un tercer agente, sin otro control que la pulsión en turno, en la socialización de los adolescentes, lo que las convierte en una ominosa adicción que provoca conductas y síntomas similares a las que produce la drogadicción. De ahí que su vulnerabilidad termine exacerbada, al grado que debilita su estructura familiar, empobrece sus relaciones sociales, les aísla, les presta una falsa identidad y les provoca un escape de la realidad.
Como consecuencia: aumento de conflictos personales, bajo rendimiento escolar, depresión, ciberacoso, baja autoestima, estados de tipo obsesivo compulsivo, falta de respeto a la autoridad y, en casos agudos, conducta criminal. Fenómeno que retrata de cruda y magistral manera la serie Adolescencia de Netflix, basada en la historia de J. Miller que, en sólo cuatro episodios, nos obliga a mirar lo que en realidad no queremos ver. En otras palabras, que como sociedad actual hemos construido un mundo cuajado de relativismo, sin principios y referentes claros.
Por desgracia, los adultos nos hemos envuelto en la bandera del laissez faire, laissez passer = dejar hacer, dejar pasar. Increíble, aún cuando nuestros hijos son unos bebés, les damos, cual si se tratara de un chupón, la droga del celular. Por comodidad, les privamos de disciplina, de estructura religiosa, de ejercicio intelectual y físico. Dicho de otra manera, asumiendo que no pasa nada, los dejamos al garete, presos de las redes sociales. vacíos. En ese sentido, Adolescencia puede que sea una serie que bien valga la pena de mirar y de analizar en familia.