“En La Sauceda, una comunidad que pertenece a la Parroquia de San Simón, inició desde 1980 la construcción del templo dedicado a San José Obrero, el santo patrono del lugar, a cargo entonces del Sr. Cura Rafael Escobar, a quien sucedió en el cargo, el P. Pablo Guerra, y después el Sr. Cura Roberto Román, quienes contaron siempre con el apoyo de la comunidad, en la cual se formaron comités y se organizaron para trabajar en equipo, encabezados por feligreses como Ramón Gudiño Coronado, Marciano Cerda, Bernardo García, Josefina Razo, Ma. Elena Trejo, Esperanza, Antonio y Leonardo Méndez.
Un 50 por ciento del apoyo económico ha provenido de los hijos ausentes de la comunidad; falta por terminar el atrio y el campanario, y construir una casa para el párroco, bueno, el primero que sea nombrado, pero por fin este 29 de Octubre se llevó a cabo su bendición y consagración, a cargo del Sr. Obispo Carlos Suárez Cázares.
Fue el Sr. Antonio Méndez, actual encargado del comité, quien le hizo entrega de las llaves de las puertas del templo al Señor Obispo, y éste, a su vez, al Señor Cura Javier Constancio Jiménez, el actual párroco, quien abrió el recinto a toda la comunidad, para su servicio, y entró primero, junto con don Carlos, a la casa de San José en La Sauceda.

«Antonio Méndez entregando las llaves de las capilla a Monseñor Carlos Suárez».
Ya adentro, Mons. Suárez Cázares dijo que probablemente ése era uno de los días más hermosos de la comunidad, que muchos hubieran querido vivir; enseguida bendijo el agua y roció con ella, todos los rincones del templo, bendiciendo también a los feligreses. En la homilía volvió sobre el tema de la bendición para decir que así como cuando nace un niño, no basta que se le bendiga, sino que hace falta que renazca por el Bautismo, que el agua lo purifique, que sea iluminado por Cristo y ungido por el Espíritu Santo, así también los templos, no basta construirlos, entronizar en ellos imágenes de Santos, no basta el altar, sino que también sea purificado con el agua, ungido con aceite e iluminado con la Luz de Cristo; que se lea la Palabra de Dios, y que se consagren el Cuerpo y la Sangre de Cristo; sin embargo, recalcó, el agua bendita no es mágica, no expulsa los demonios, sino que es Jesús quien los expulsa por medio de la fe y la reconciliación.
Después ungiría el altar y las paredes del templo, con aceite, en señal de su consagración; cientos de personas se colocaron con velas junto a las paredes, para representar la luz de Cristo, mientras en el altar se colocaba incienso. Al final, el Sr. Luis Vázquez Razo tomó el micrófono, dio las gracias al Señor Obispo, a los padres Rafael Escobar, Pablo Guerra, Roberto Román y Javier Constancio e invitó a la comunidad a seguir trabajando unida, terminar la construcción del templo y construir una casa para el padre y continuar los trabajos del templo; enseguida, el Sr. Cura Rafael tomó la palabra y dio gracias a Dios porque le dejó ver lo que tanto había anhelado: la consagración de la obra que él inició; agradeció a las personas, su disponibilidad, pues él nunca tuvo que tocar puertas para recaudar fondos, y dijo a la comunidad cristiana de La Sauceda que siguiera creciendo en el amor, bajo el cuidado de San José Obrero” (Mensaje, 7 de noviembre de 2004. Pág. 11. Zamora, Mich)