Tratar de escribir la biografía de cada uno de los hermanos Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte, supone un ejercicio en búsqueda de la naturaleza consanguínea, espiritual y por su pasión a la investigación cultural que los unió de manera indisoluble.
Al despuntar el siglo XX, en la todavía pequeña Zamora, José Antonio Perfecto Méndez Padilla y María Plancarte Igartúa contraen matrimonio después de solicitar dispensa eclesiástica, ya que los contrayentes eran primos en cuarto grado. De esta unión matrimonial, que duraría poco, nacieron Perfecto, Guadalupe, María. Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte, ya que doña María falleció poco tiempo después del nacimiento de Alfonso.
Como dato biográfico es destacable que don Perfecto Méndez Padilla volvió a contraer nupcias, ahora con Doña Elena Padilla García
con la que procreó otros 9 hijos: Luis, Javier, Elena, Ma. del Refugio, José
Ignacio, Carlos, Rosa Ma., Ma. Teresa y Antonio, por lo que los Méndez Plancarte y los Méndez Padilla se convirtieron en medios hermanos.
Don Perfecto Méndez Padilla, padre de los hermanos Méndez Plancarte ejerció su profesión de abogado, además de participar en el ámbito de la
política, desempeñando varios cargos: Escribano Público, Secretario de la Sociedad Agrícola de Zamora, pero, al mismo tiempo, se inscribía como militante y miembro del Partido Católico Nacional, partido político nacido de la permisión del Programa de Gobierno de Francisco I. Madero y bajo la
inspiración y motivación de la Encíclica Rerum Novarum de León XIII, en la que se urgía a los católicos laicos a tomar parte en la política de sus países, para infundir en los gobiernos de cada uno de ellos el espíritu de la democracia y la doctrina social de la Iglesia.
Como diputado federal del recién fundado Partido Católico Nacional, don Perfecto asumió su oposición al usurpador Victoriano Huerta, con la dignidad que caracterizó a quienes se oponían a la aprobación incondicional de las decisiones Huertistas, tan fue así que en una ocasión y en una reunión de Huerta con varios Diputados, le reclamó airadamente al Licenciado Perfecto aquella impugnación, contestándole el Licenciado, con serenidad y con valentía, nacidas de sus convicciones, que lo había hecho porque, para él, aquella Ley iba contra la Constitución. El usurpador, indignado, les advirtió que o votaban lo que él pedía o se atuvieran a las consecuencias, por lo que el Licenciado Perfecto, conociendo la manera del actuar de Huerta, se ocultó prudentemente por algún tiempo.
El padre de los hermanos Méndez Plancarte también fue miembro de la Sociedad de Geografía y Estadística y de la Academia Mexicana de Jurisprudencia, así como colaborador de varias publicaciones. Formó parte activa de la organización y realización de la Dieta de Zamora, incluso pronunció en ella un discurso muy emotivo el día 19 de enero, en la Velada Literaria con que la sociedad de Zamora obsequió a los Prelados y Delegados, asistentes a la Dieta. Cuando Amaro llegó a Zamora tuvo que refugiarse con su familia primero en Guadalajara y después en la ciudad de México. Fue, también, apoderado legal de la obra y regalías del poeta nayarita avecindado en nuestra ciudad, Amado Nervo. Comentamos algunas de las actividades del padre de los Méndez Plancarte como un modelo que tuvo por fuerza que influir en los ideales y las perspectivas de la vida, sobre todo, en sus dos hijos Gabriel y Alfonso.
Existe un fenómeno especial en la vida de nuestros biografiados; las semejanzas de vida entre los hermanos Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte, lo que ha sido motivo de que se hable de un paralelismo entre sus vidas e incluso se les conozca como “álmas gemelas”; como lo diría el mismo Alfonso en la dedicatoria que escribió para su hermano Gabriel, cuando éste falleció: la unión que nos caracterizó fue por una triple hermandad: por la sangre, por nuestra vocación al Sacerdocio y por la pasión por el estudio, la investigación y la cultura, llegando a ser dos almas gemelas, aunque distintas y con sello propio y nuestras propias características.
Las vidas de Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte estuvieron dedicadas a la academia y a la labor editorial. En el plano académico impartieron cátedra no sólo en instituciones de carácter religioso, sino en universidades nacionales y extranjeras, y en el ámbito editorial fundaron una de las revistas culturales que mayor prestigio tuvo en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX: “Ábside”, sello que, además, cobijó a una incipiente, pero no menos importante editora que publicó a diversos autores. Sobre la fundación de Ábside sí deseo abundar ya que fue el espacio natural en que los humanistas zamoranos se movieron con amplitud, junto a otros destacados humanistas como es el caso del padre Ángel María Garibay.