Un total de 24 jóvenes afortunados procedentes de diferentes partes del mundo participan este año en el campamento de verano del Observatorio Astronómico Vaticano, una excepcional oportunidad para comprobar “que la ciencia y la fe trabajan juntas”.
Así lo afirmó a ACI Prensa el director del Observatorio, unos de los más antiguos del mundo, el Hermano Guy Consolmagno SJ, quien durante estos meses de verano ejerce como profesor de las futuras generaciones de astrónomos.
“Esperamos que, simplemente vivir y trabajar junto a los astrónomos jesuitas, sea la evidencia más fuerte de que la ciencia y la fe trabajan juntas, y aún más, que esta es una colaboración muy natural”, agregó.
El astrónomo, nacido en Detroit (Michigan), recordó que el Papa Juan Pablo II describió en una ocasión a la fe y a la razón “como las dos alas que nos elevan hacia la verdad”.
“Escucho en los comentarios del Papa León un eco de esa misma intuición”, afirmó el jesuita en referencia a las palabras del Pontífice en la Audiencia General de la semana pasada, en la que pidió una ciencia al servicio de la verdad, y que ésta sea “cada vez más humana y respetuosa con la integridad de la personas”.
Según el director del Observatorio, situado en Castel Gandolfo y conocido también como Specola Vaticana, lo importante es recordar “que la verdad misma es la meta” y que la comprensión “de nuestra fe y nuestra ciencia nunca está terminada, nunca es perfecta, pero siempre vale la pena perseguirla”.
Difundir la alegría del descubrimiento
Para el licenciado en Ciencias Planetarias, los astrónomos tienen la responsabilidad de transmitir su conocimiento “a la próxima generación de astrónomos”.
En este contexto, reconoció que “las mentes jóvenes y frescas son esenciales para hacer nuevos descubrimientos y crear una comprensión más profunda de lo que descubrimos”.
El religioso jesuita resaltó el carácter “especial” de esta escuela, ya que muchos de los estudiantes “provienen del mundo menos desarrollado, lo que significa que podemos difundir la alegría del descubrimiento en lugares que con demasiada frecuencia no tienen la oportunidad de disfrutarla”.
Señaló también que la mejor parte de la escuela de verano para los jóvenes “es la oportunidad de conocer tanto a sus compañeros de todo el mundo como de tener acceso a los expertos que imparten las clases”.
“La astronomía es un campo pequeño, y conocer personal y profesionalmente a otros astrónomos enriquece tanto a los estudiantes como al trabajo”, añadió.
Capacidad académica y entusiasmo
Consolmagno precisó que los 24 estudiantes de este año fueron elegidos de entre 175 solicitantes, por lo que “las decisiones no fueron fáciles”.
“Nuestro único límite es que no puede haber no más de dos estudiantes por nación. Más allá de eso, elegimos a los estudiantes que mostraron mayor promesa de poder beneficiarse de una escuela como esta… tanto por su capacidad académica como por el entusiasmo que tienen por vivir en este entorno histórico”, indicó.
Para muchos de los estudiantes, los contactos que hacen en el Observatorio del Vaticano les permite ingresar a programas de doctorado de primer nivel en todo el mundo “y luego llevar este alto nivel de excelencia científica de regreso a sus países de origen”.
“Estimamos que más del 80% de los estudiantes continúan en el trabajo de la astronomía profesional y aquellos que toman otros caminos aún se benefician de la experiencia de conocer a los demás miembros de sus escuelas y de vivir en este entorno maravilloso”, señaló.
James Webb ha revolucionado la comprensión del cosmos
El tema de la escuela de verano de este año —la decimonovena desde su primera edición en 1986— es “Explorando el Universo con el Telescopio Espacial James Webb: los primeros tres años”.
El telescopio espacial James Webb (JWST) fue lanzado el día de Navidad de 2021. Desde que comenzó a transmitir datos, en julio del año siguiente, “ha revolucionado la comprensión del cosmos”.
El jesuita precisó que este telescopio permite a los estudiantes conocer de primera mano lo que la ciencia está diciendo realmente y no solamente “los resultados que han sido reportados en la prensa”.
“Esto les permite apreciar cuán importante —y difícil— puede ser intentar explicar al público general lo que hemos aprendido”, subrayó.
Para el astrónomo, este es “un momento ideal para revisar lo que el telescopio Webb ha descubierto hasta ahora y para enseñar lo que hemos aprendido sobre la mejor manera de aprovechar sus capacidades”.
Además, precisó que “la combinación de teoría y práctica” es algo que han promovido desde que comenzaron estos cursos, hace ya casi cuatro décadas.