El Observador Permanente de la Santa Sede ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Mons. Gabriele Caccia, participó en el Foro Político de Alto Nivel con dos discursos pronunciados desde su sede en Nueva York.
El evento tuvo lugar entre el 13 y 15 de julio, y se centró en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, según informó Vatican News. En concreto, abordó los objetivos número 3 —que busca garantizar el acceso a la sanidad—, y el objetivo 5 —sobre la “igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres”—.
La Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible es un plan de acción aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015. Se articula en torno a 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas que quieren cumplirse en un plazo de 15 años.
Entre estos objetivos, se encuentra el “Fin de la pobreza, Hambre cero, Salud y bienestar, Energía asequible y no contaminante, Igualdad de género y Reducción de desigualdades”. Si bien estos objetivos pueden ser compartidos en su mayoría por los católicos, también generan cierta controversia, ya que muchos colisionan en aspectos esenciales con la doctrina de la Iglesia Católica.
Acceso a una atención médica básica
En su primera intervención, Mons. Caccia denunció las desigualdades en el acceso a los servicios médicos y evidenció la necesidad de concienciar sobre la salud mental, origen de muchos problemas que la mayoría de las veces son ocultados.
“Estas desigualdades son evidentes en los millones de personas que aún carecen de acceso a la atención médica básica, en el estancamiento de las tasas de mortalidad materna y en el sufrimiento silencioso de quienes padecen enfermedades mentales sin tratamiento”, afirmó.
También subrayó que la salud no debería entenderse sólo como “la ausencia de enfermedad”, y reiteró el derecho a la salud de todas las personas, proponiendo la implementación de “políticas integradas” que reconozcan el vínculo entre la salud y otras dimensiones como la pobreza y la educación.
En este sentido, exhortó a proteger a los más vulnerables, especialmente a los niños, los ancianos, personas con discapacidad y víctimas de guerra.
La importancia de la familia
Durante su segunda intervención, el Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU hizo alusión a la declaración Dignitas infinita, y recordó que una igualdad real entre hombres y mujeres exige condiciones que promuevan “el desarrollo integral de las mujeres”, como la atención médica, trabajo digno o educación de calidad.
Asimismo, Mons. Caccia rechazó las agendas ideológicas, y denunció que “con demasiada frecuencia, los esfuerzos de desarrollo de la comunidad internacional tratan la igualdad de género principalmente como una cuestión de autonomía individual, divorciada de las relaciones y las responsabilidades”.
Abogó por un cambio de perspectiva que valore “la complementariedad entre hombres y mujeres”, subrayando la importancia de las familias como “espacio de relaciones”.
“Paralelamente a la promoción de la igualdad entre mujeres y hombres, se deben tomar medidas para apoyar y proteger a las familias, la maternidad y la paternidad”, subrayó.
La autoridad vaticana denunció también la deuda ecológica que asfixia a gran parte de los países africanos menos desarrollados; y evidenció que “la realidad persistente y generalizada de la pobreza sigue afligiendo a millones de personas, negándoles el bienestar material y socavando la dignidad que Dios les ha dado, al tiempo que ahoga su desarrollo humano integral”.
Por ello, remarcó que la pobreza debe seguir siendo “la prioridad central y urgente de la comunidad internacional”.