Aunque en algunos países hay avances en autonomía reproductiva, no son lineales; en otros aún es delito el aborto; la equidad salarial está lejos de ser una realidad
San José.— Un sube y baja de avance, inmovilidad y regresión siguió marcando la radiografía política, socioeconómica y cultural de las mujeres en América Latina y el Caribe al cumplirse hoy una fecha emblemática que significará un antes y un después con viejas y nuevas dudas y respuestas sobre el futuro de los 337 millones de niñas, adolescentes, jóvenes, adultas y ancianas latinoamericanas y caribeñas.
El Día Internacional de la Mujer, que movilizó a millones de féminas en todo el mundo con variados nombres de la efeméride desde al menos 1910 y 1911 y se afianzó a partir de la década de 1970, permitió revisar éxitos y fracasos de los últimos 12 meses para las mujeres de una región con 661 millones de habitantes y lanzar los retos del próximo año.
“Las mujeres en la región no han visto un progreso lineal en sus derechos”, afirmó la abogada chilena Macarena Sáez, directora ejecutiva de Derechos de Mujeres de Human Rights Watch (HRW), organización no estatal global de defensa de los derechos humanos con sede en Washington.
“Ha habido grandes avances en materia de autonomía reproductiva en países como México, Colombia y Argentina. Pero hay otros países donde las mujeres y las niñas siguen sin acceso a salud reproductiva y la protección contra la violencia es muy precaria”, dijo Sáez a EL UNIVERSAL.
“Nicaragua, El Salvador, Honduras son algunos de los países donde la vida de las niñas en edad de gestar tiene legalmente menos valor que un óvulo fecundado”, advirtió, en referencia a que en esas naciones y en Haití, República Dominicana, Surinam y Jamaica hay prohibición total del aborto, ni siquiera cuando la vida de la madre está en peligro.
Al lamentar que en otros asuntos “también hay preocupación”, planteó que la pandemia del coronavirus, que llegó en febrero de 2020 a América Latina y el Caribe, provocó “un retroceso enorme en la participación laboral de las mujeres y seguimos siendo [las mujeres] el segmento más grande en los trabajos informales”.
Como factor de optimismo, mencionó que “las activistas están cada vez más organizadas y hay estrategias cada vez más coordinadas”.
Para la antropóloga y socióloga Montserrat Sagot, directora del Centro de Investigaciones en Estudios de la Mujer de la (estatal) Universidad de Costa Rica y pionera en Centroamérica en el estudio del feminicidio, el movimiento feminista de América Latina y el Caribe “ha sido posiblemente uno de los más exitosos de los siglos XX y XXI por todos los cambios positivos que impulsó para la mitad de la población.
“Hubo grandes transformaciones para ampliar la ciudadanía de las mujeres, incorporarlas a la educación, al mundo del trabajo y a los puestos de elección popular. Se ha generado una importante cantidad de leyes y políticas y de institucionalidad pública para fomentar el adelanto de las mujeres”, dijo Sagot a este diario.
“Se puede decir que esas transformaciones institucionales y en las normas es probablemente uno de los avances más importantes. Pero esos avances no se han visto acompañados de una verdadera transformación en la redistribución de los recursos económicos”, describió.
“Las mujeres siguen estando entre los sectores más empobrecidos, con mayor desempleo y subempleo y ubicadas en los trabajos peor pagados y más inestables. La violencia contra las mujeres sigue siendo un problema de grandes dimensiones que no disminuye, sino que más bien aumenta”, lamentó.
Al alertar que los logros en derechos sexuales y reproductivos “han sido desiguales”, adujo que mientras en algunos países hay “importantes avances, en otros más bien retroceden, como varios de Centroamérica, donde ni siquiera se reconoce la posibilidad de un aborto terapéutico cuando la vida de la mujer está en peligro”.
A criterio de la socióloga guatemalteca Ana Silvia Monzón, feminista, comunicadora social e investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), ente autónomo no gubernamental, “un avance” de las mujeres “en general” fue acceder a la educación en los últimos 30 años.
“[Luego] de ser minoría, del decenio de 1980 al de 1990 se observó un aumento importante de mujeres en universidades. No todas tienen ese acceso: sigue habiendo brechas para las indígenas, afrodescendientes, del área rural, o con discapacidades”, relató Monzón a este diario.
“Persiste la segregación en carreras consideradas femeninas y exclusión de las relacionadas con tecnología, ingenierías, computación, el mundo digital”, agregó, al señalar que “la brecha digital se acentuó” por efecto de la pandemia “y ha excluido a más mujeres”.
El avance en el ejercicio de los derechos femeninos “es relativo”, insistió.
Un vistazo
Entidades del sistema de la Organización de Naciones Unidas (ONU) mostraron progreso, parálisis y marcha atrás en el contexto femenino regional.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés) indicó que la expectativa de vida al nacer de las mujeres en América Latina y el Caribe llegó en 2022 a 79 años, frente a 73 de los hombres.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) reportó en 2022 que el promedio de vida en ambos sexos llegó a 73.8 años. En las mujeres pasó de 50.8 en 1950 a 78.3 en 2019, mientras que en los hombres creció de 46.5 a 71.9 en ese periodo. La fertilidad por mujer en 2022 fue de dos hijos, según el fondo.
El retroceso que significó el Covid-19
La Cepal reseñó que por el Covid-19 hubo cierre de servicios de salud sexual y reproductiva, postergación de citas médicas y se interrumpió la entrega de anticonceptivos.
Sobre la fecundidad de adolescentes de 15 a 19, América Latina y el Caribe registraron “algunas de las mayores tasas y [quedaron] solamente por debajo de las tasas estimadas y proyectadas para África”, advirtió.
Pese a ese escenario, el ritmo promedio “de descenso de la fecundidad adolescente ha aumentado en la región desde 2010, y ha pasado de 73.1 hijos por cada mil mujeres de entre 15 y 19 años en 2010, a 52.1 en 2022. Sin embargo, sigue siendo un valor elevado si se compara con otras regiones del mundo”, precisó.
“Es 48% superior al promedio mundial. En 2022, nueve países de la región se encuentran entre los 60 países con mayor tasa de fecundidad adolescente del mundo”, subrayó.
En cifras globales, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reveló el mes anterior que cada dos minutos muere una mujer por embarazo o parto y que la tasa de mortalidad materna en América Latina y el Caribe se incrementó en 15% de 2016 a 2020.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) registró en 2022 que los 26 millones de puestos de trabajo masculinos perdidos en la región en el primer semestre de 2020 en epidemia se recuperaron hacia septiembre de 2021.
En contraste, de los 23.6 millones de empleos femeninos perdidos de enero a junio de 2020, sólo se recuperaron 19.3 millones a septiembre de 2021 y faltan por rescatar más de 4 millones de posiciones laborales de mujeres, informó.
La ruta inestable tras los derechos femeninos persistió en múltiples ámbitos: avance, retroceso o inmovilidad.