JESÚS ALVAREZ DEL TORO // Zamora la nueva

Labrando la tierra

         A nuestra ciudad le bastaron cinco décadas para refundarse, para cambiar el rostro de una ciudad pequeña por el de una pequeña metrópoli; cincuenta años fueron suficientes para sepultar miles de hectáreas bajo el cemento con las consecuencias que hoy padecemos. Por los años ochentas del siglo pasado nos quejábamos ya de los crímenes de crecer sobre las mejores tierras de cultivo del municipio y nos escandalizábamos por los cientos de hectáreas que se habían fraccionado. Tres décadas después hemos empezado a sentir los efectos de la falta de una política municipal de planeación y crecimiento ordenado. Zamora, la generosa, está feneciendo.

         Hace cinco lustros que, sorprendido por el cambio del entorno citadino, escribí: “Este período de desarrollo se manifiesta en una expansión económica que abarca gran parte de la sociedad zamorana, pero trae consigo todo un proceso de indicadores críticos, que a largo plazo producirán desajustes en la producción agrícola y en las ramas complementarias y por supuesto en las relaciones sociales. La importancia que doy a este apartado, se justifica debido a la inoperancia del proyecto mostrado hasta nuestros días por el desarrollo zamorano, desarrollo sin equilibrio, polarizado, donde sólo ciertos estratos sociales pueden hablar de desarrollo…Este evolucionismo económico…ha traído consecuencias de empobrecimiento y descampesinación en nuestro medio. El empobrecimiento se presenta en términos de desocupación; y el de descampesinación se da en varias fases: rentismo y venta de tierras de cultivo, la primera por necesidad económica de contar con capital y el segundo por el fenómeno de acumulación de renta de la tierra, ya sea cultivándola o en su defecto vendiéndola fraccionada para habitación. El orden de importancia que anteriormente tenía la tierra cambia radicalmente de los años sesenta en adelante…

         El cambio en el uso de la tierra es ya muy notable en esta década (me refería a la de 1960). Excelentes tierras de cultivo empiezan a fraccionarse bajo la supuesta necesidad habitacional. Si bien es cierto que, debido a los flujos migratorios que llegan de regiones vecinas existió la necesidad de construir habitaciones, éstas debieron haberse levantado hacia el oriente de la ciudad, donde las tierras de cultivo son de menor calidad que las ya fraccionadas”.

         Más adelante mencionaba, refiriéndome a un cuadro estadístico elaborado con los fraccionamientos existentes y el número de hectáreas que se habían encementado: “Ahora bien, a partir del cuadro anterior en el que exclusivamente menciono el cambio en el uso de la tierra y enumero los fraccionamientos fundados en ésta década, quiero precisar que sería un error metodológico argumentar que el agotamiento y mal uso de la tierra sea debido sólo a la presiones de los migrantes que han llegado a la ciudad. No, las causas principales han sido de carácter económico y político, ya que el desequilibrio existente se ha presentado configurado por diversas variables, entre las primeras –económicas-, sobresalen las leyes de la oferta y la demanda sobre las tierras cultivables y en las segundas –políticas- la presión de quienes, sabedores del crecimiento habitacional, han buscado la autorización correspondiente para fraccionar tierras cultivables de primera categoría y crear zonas habitacionales de carácter residencial”.

         Ante lo que hoy vivimos, podemos preguntarnos: ¿Qué ha cambiado? ¿Dónde están los nuevos modelos de planeación que autoridades de los tres niveles de gobierno han venido publicitando?

         Que la conciencia de quienes han venido destruyendo miles de hectáreas que antes nos otorgaban alimento, responda. Que respondan también quienes han autorizado el cambio de uso de suelo. Insistimos: Todavía estamos a tiempo.

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JESÚS ÁLVAREZ DEL TORO

Jesús Alvarez del Toro, licenciado en Historia. Director del Museo de Zamora, Cronista de la ciudad de Zamora.

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