José María Vigil
Panamá
Es tarde, pero es nuestra hora
América Latina (AL), hemos asumido airosos el paradigma liberador en todas sus vertientes: económica, política, feminista, de género, indígena, racial, cultural, decolonial… y eso, tanto a nivel religioso o teológico, como filosófico (filosofía de la liberación), pedagógico (Freire), comunitario (CEBs), psicológico (psicología de la liberación), testimonial (los mártires), como político-militante… Estos últimos 50 años –que nos quiten lo bailado– constituyen una página bien gloriosa de la historia de AL.
Pero, mirando el otro lado de la moneda, parecería nos cuesta dar nuevos pasos. A nivel ideológico-religioso, por ejemplo, no parecen avanzar la Teología de la Liberación (TL), los militantes, los agentes de pastoral ni sus asociaciones… Se podría pensar: ¿ha perdido el compás AL? ¿Vive de rentas del pasado?
Hablando por ejemplo de la transformación del cristianismo popular –que fue un motor tan potente en las décadas gloriosas de la liberación, no hay, no existe en AL una corriente progresista más allá de la TL tradicional, que ya cumple sus 40 años, y del feminismo y de la visión ecológica. No salimos de ahí, hace tiempo que no se logra dar nuevos pasos hacia adelante.
Las fuerzas vivas de la TL no han entrado en una teología del pluralismo, no se sienten incómodas con el inclusivismo oficial, no han dado el salto al oikocentrismo (más allá de la Laudato Sí), siguen expresando la liberación en el marco del teocentrismo, seguimos recluidos en la caja bíblica… mientras en no pocos lugares, sobre todo allí donde un cierto clero joven lo promueve, el pueblo vuelve a las novenas, las devociones, los rezos, los dos pisos, el pensamiento mágico… y las mismas comunidades, sin abandonar el lenguaje liberador, lo utilizan a veces para pedir a Dios la lluvia, o que proteja del covid a los pobres…
A partir de los años 90 Boff se quejaba de que sus hermanos teólogos/as no secundaban su invitación a entrar en la ecología… Afortunadamente ya lo secundamos. ¿De qué rezago tendríamos que lamentarnos hoy, y clamar por su superación?
Distintos después de la pandemia
El panorama actual también tiene su dimensión positiva, que casi no se ve, porque «la procesión va por dentro». Es cierto: estamos avanzando más de lo que nos parece.
Ya estábamos al tanto de la 4G, la 5G…, pero los casi tres años de pandemia nos han transformado. No ha vuelto la normalidad, sino otra normalidad: somos distintos. Los índices macro están delatando que la pandemia, el confinamiento, y sobre todo el incremento exponencial de la transformación tecnológica (comunicación instantánea, popularización de las reuniones telemáticas-zoom…) ha acelerado la transformación de las mentalidades, y nuevas formas de pensar de las que casi no habíamos hablado, ya están aquí, y han venido para quedarse. La pandemia, la confinación, la soledad y a la vez la hipercomunicación y el exceso de información, dicen los expertos que han transformado nuestra conciencia social profundamente.
Un botón de muestra: el caso del crecimiento del posteísmo en España. En los solos 3 años de pandemia, el número de creyentes en España ha disminuido un 10%, casi tanto como en los 19 años anteriores. ¿Es posible? Lo es. Ese paradigma nuevo, el que llamamos «pos-teísmo», la superación de la forma premoderna de concebir la divinidad y en general todo lo religioso, es como la punta del iceberg, que arrastra un gran conjunto de cambios de paradigma en comparación con la visión teísta clásica, premoderna, creencial y medieval en el fondo. Nuestras sociedades no sienten ni piensan como antes de la pandemia. Cada vez menos. Una sutil profundización del avance de un nuevo paradigma global está en curso, y corre más de lo que pensamos.
Los jóvenes van por delante
El nuevo paradigma –posmoderno en realidad– es sin duda el mayoritario de los jóvenes, aunque pocos sean conscientes de ello; simplemente, han nacido en él, ni siquiera sabrían describirlo y diseccionarlo intelectualmente. Notan que, frente al mundo de los mayores, y ante el mundo religioso, no tienen comunicación. Los jóvenes –a veces hasta los de 45 años o más– viven otro mundo, y los mayores se dan cuenta de que no empatan con ellos. En lo religioso concretamente, no hay conexión: no ha habido «trasmisión de la fe» o, simplemente, ha fallado. En las iglesias sólo se ven personas mayores. En general, las CEBs se hacen mayores, y no encuentran relevo. Los nuevos paradigmas posmodernos que los jóvenes viven, casi siempre sin saber verbalizarlos, les impiden conectar con una visión premoderna, sobrenaturalista, tradicional, teísta… aunque sea liberadora. Nuestras Iglesias latinoamericanas, a pesar del gran esfuerzo que han hecho y el maravilloso testimonio de compromiso liberador que han dado, ven una brecha tremenda entre ellas y la juventud que viene.
Urge construir un puente, pero no para que los jóvenes lo crucen, sino para que los mayores, la tradición cristiana latinoamericana, cruce ese puente y venga hacia los jóvenes, desprendida de los paradigmas viejos, de siempre, premodernos, incluso medievales, hasta neolíticos… y adopten una nueva forma de ser, un nuevo lenguaje en el que reexpresar toda aquella tradición. No hay otra solución. Los jóvenes son otra generación y no pueden pasar a lo premoderno, ni a lo medieval. Si los valores tradicionales de Nuestra América, las tradiciones religiosas –cristianas e indígenas– no asumen el nuevo paradigma posmoderno de los jóvenes, será imposible el diálogo y el mutuo enriquecimiento, y será inevitable la extinción de lo que ya hoy empieza a convertirse en «históricamente residual». Es cuestión de tiempo, ley de vida. O renovarse y reinventarse, o morir, aunque sea con las botas puestas.
Urge pues ayudar, facilitar a nuestro pueblo el apercibimiento y el abordaje de los nuevos paradigmas que la nueva generación, la nueva sociedad aporta. Y ello no puede comenzar sino por la reconversión de los agentes sociales de transformación, los educadores populares, agentes de pastoral, animadores, educadores en general. Hay momentos históricos –y estamos en uno de ellos– en los que, en casi todos los campos, la «pastoral de mantenimiento», se convierte sin remedio en simple acompañamiento a la extinción, al buen morir.
Es urgente difundir en nuestras comunidades y movimientos una invitación a repensarlo todo, sin miedos, sin prejuicios, abiertos con confianza a las nuevas formas de pensar, a los nuevos paradigmas. Toda liberación corre prisa, pero hoy se hace especialmente urgente también la liberación del conocimiento: hay muchas personas y comunidades a las que liberar de su opresión epistemológica, de su falta de claridad, de los prejuicios, del peso de sus creencias medievales, de la visión dualista, de la intolerancia, de su resignación dizque justificada religiosamente.
Es madrugada, si insistimos un poco
¿Qué hacer? Sugerimos:
– La responsabilidad mayor la llevamos los mayores, los adultos. Somos nosotros quienes tenemos que abrirnos a la mentalidad de los jóvenes, la del futuro. Ellos ya están donde deben estar.
– Necesitamos que los agentes sociales, educadores populares y los militantes estén a la altura: que miren no sólo las liberaciones acostumbradas, sino también la liberación de la forma de pensar, la liberación de los viejos paradigmas.
– Necesitamos materiales como aquellos de «formación de la conciencia crítica» (del recordado João Batista Libânio) que tanto ayudaron en la década de los 80… Algo que cumpla el mismo servicio hoy.
– Hacerlo con las ventajas de los nuevos medios, que nos favorecen a los pobres: videos populares, colocables en el nicho de los canales de youtube, sin costo, sin límite de espacio, a disposición pública gratuita… ¡¿Cuándo hubiéramos podido pensar esto hace 40 años?!
– Necesitamos convocar especialmente a la teología, a los centros pastorales y universitarios hacia nuevas metas…
– Uso de las facilidades de telecomunicación popular para recibir, organizar, compartir… cursos de formación…
Ve a tu comunidad, invítala a abrir la mente, conciencia, a dejar prejuicios, y mirar todo con una mirada nueva. A dar pasos hacia una sociedad de nuevo paradigma…
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