Recorriendo el camino hacia el Sumak Kawsay

Blanca Chancoso Ecuador

Es importante recordar que todas las personas en el mundo soñamos en algo, tenemos un sueño, y en cada generación siempre decimos que queremos cambiar, queremos que sea algo diferente. Para aquellos que estamos en un proceso de búsqueda de ese cambio, se dice desde hace años que hay una utopía, siempre hablaban de una utopía y el sueño de la utopía. En mi caso, no sabía interpretar qué era la utopía, sin embargo, el sueño era cambiar el sistema, que se reestructure, queríamos tener una vida diferente, que sea justa, como dice la canción, que “haiga pan para todos, eso es lo que quería”. Hasta que entendí que la interpretación de la utopía era ese sueño, y por eso se inició la lucha, persiguiendo hacer realidad ese sueño. En el caso de los pueblos indígenas, ese sueño trataba de construir un país diferente, donde todos y todas tengamos las mismas oportunidades y acceso a ese ejercicio de derechos con el que nacimos y en el que creemos. Para esto, hay diferentes caminos, unos han encontrado caminos largos para hacer realidad nuestros sueños. Pareciera que en el camino encontramos senderos que pueden llevarnos más rápidos, pero no tienen salida, o nos encontramos con que aquellos que no quieren el cambio siempre buscan algún mecanismo para detener nuestro avance.

En los pueblos indígenas nos preguntamos cómo conseguir este cambio. Empezamos recordando nuestra historia, cómo es que fuimos nosotros, cómo fue nuestro país, nuestro pueblo, cómo era la vida. Comenzamos a darnos cuenta de que nosotros no somos venidos de ningún lado, la tierra es nuestra, pero nos la arrebataron. La gente se ha organizado para recuperar nuestra tierra, porque para nosotros la tierra es como el vientre de una madre, es la que nos alimenta unida por un cordón umbilical, es quien nos da vida, ahí crecimos, ahí nacimos, ahí podemos sonreír, jugar, correr, cantar, hacer nuestras celebraciones. Por eso es que para nosotros hasta cuando morimos en el cementerio queremos tener un espacio propio, una tierrita para poder visitar a los que parten antes de nosotros, llevarles la comida, compartir con la familia, compartir con los vecinos, que son vecinos ya de nuestros abuelos y seres queridos que se encuentran en el camposanto, compartir con la familia de esos vecinos. Antes no entendía cuán importante era, pero en el caso de los indígenas no es que enterramos y volvemos el 2 de noviembre, sino que enterramos y estamos a la semana, a los quince días estamos ahí, al mes estamos ahí, cada semana los días lunes se visita, se saluda, se lleva comida al cementerio. Y todos los días festivos en las fechas propias de celebración de los pueblos indígenas, antes de ir al baile a zapatear, primero se visita en el camposanto, se comparte, y de ahí se va a la celebración. Si para nosotros es importante el espacio para visitar a los que nunca se van, también lo es para quienes estamos viviendo, para poder sembrar, para estar al alcance de las plantas medicinales, de las plantas que protegen el agua. Para nosotros todas las plantas que se encuentran en la selva y la montaña son nuestra medicina, son plantas energéticas. Hay una relación muy estrecha con la Madre Tierra, mientras que para aquel que no es indígena, la tierra sólo es un recurso con el cual puede negociar, para comprar o vender, pero sin esa relación.

Toda esta interrelación con la Madre Tierra, también nos lleva a que, en la forma de vida que hemos tenidos culturalmente, se ha vivido el Sumak Kawsay, porque se comparte la alegría, la tristeza, la hermandad con la vecindad, va más allá del significado de la tierra como recurso económico, es la vida misma, el agua. Pero hoy en día ha cambiado mucho de esto, las tierras de antes se van contaminando, se ha abierto una voracidad de los gobiernos por encontrar el oro, minerales, con decretos que se adueñan de ese espacio, y nos quitan la alegría, nos quitan el sueño del Sumak Kawsay, del Buen Vivir. Con las concesiones mineras hasta los páramos ahora son importantes para ellos, hacen concesiones de las nacientes de agua, no sólo la tierra se llevan, sino también el agua, entregando a las empresas, y enferman nuestros lugares sagrados, la montaña, los páramos. Mientras que en la cultura occidental lo sagrado es la iglesia para ir a rezar a Dios, para los indígenas el templo es la montaña, ahí pedimos a la Pachamama, al Dios del Universo que nos dé el agua. Ahora se puede entender lo sagrado porque ahí es donde están los colchones de donde baja el agua a las ciudades, que no viene de un tubo únicamente sino de los páramos y las montañas. Si enferman y destruyen los páramos muy pronto no va a haber agua ni para las ciudades, ahí está la vida para el mundo. Igualmente, los árboles, las plantas medicinales. La medicina de la farmacia no se inventa de la nada, sino que se industrializan las plantas para convertirlas en medicamentos. Pero si se enferma a estos lugares sagrados, a estos bosques, ya no estarán las plantas de donde los científicos sacan estas medicinas. Nosotros usamos las plantas directamente, sabemos la dosis, sabemos cuánto tiempo. Los árboles son necesarios, los animales son otros seres vivientes, y tenemos una interdependencia entre los humanos y los animales, porque los humanos somos también seres vivos. Las piedras que nos hacían creer que eran inertes, para nosotros están vivas, por la energía, por lo mineral que tiene y que nos ayuda.

Todo esto son elementos que se conforman para poder aplicar este sueño del Buen Vivir, que es lo que antes la gente llamada de izquierda soñaba como utopía, que todos hemos soñado y aún no hemos cumplido, todavía estamos en camino. En el caso de nuestros pueblos hemos tenido la oportunidad de vivirla, pero está amenazada con las nuevas políticas de Estado que van destruyendo el Buen Vivir. En Ecuador tenemos en la carta constitucional una línea sobre el Sumak Kawsay, pero está siendo violada y pisoteada. Tenemos el derecho de la naturaleza que es un avance. Creo que todos necesitamos en vez de tener nuestras casas adornadas con plástico es muy bonito ver el cambio de estación en nuestros árboles y plantas. En el idioma de los indígenas dicen que está mudando la ropa, está con terno nuevo, está de fiesta la Pachamama porque cambian los colores en cada estación. Si perdemos el espacio eso se pierde también, el que podamos compartir esa alegría, esos colores.

Para nosotros ha sido muy importante ser un aporte desde el pensamiento kichwa a lo que se llamaba utopía, son los sueños. Es oportuno soñar, vivir, por esto no decimos vivir bien, sino el Buen Vivir, la interpretación es distinta. El Buen Vivir en diferentes idiomas no siempre tiene traducción, pero es bueno darle una interpretación en otros idiomas, igual que en kichwa no hay palabra para “el derecho”, pero lo traducimos como “ushaytacharina”, como tener acceso, tener acceso a una vivienda, a la alimentación, a vivir, a la alegría, al cariño, a amar y ser amado, a ser felices, pero no una felicidad plástica sino desde la normalidad de la naturaleza. Igual que los pájaros tienen esa libertad de cantar en donde pueden a la hora que pueden, no tienen impedimento, eso es lo que queremos para todos, y esa ha sido nuestra lucha. El Sumak Kawsay es como ofrecerles a la nueva generación y a los mayores un nuevo mundo, es nuestro sueño que tenemos. No queremos una vida en paz pero en la tumba, queremos una vida con dignidad pero ahora. Que sea la paz cuando hay armonía, cuando hay vida con dignidad, que podamos compartirla, coexistir en este mundo en el marco de la diversidad, de las diferencias que somos como naciones, como pueblos, reconociendo esta diversidad y la diferencia, pero también los derechos en términos de iguales como seres vivos. En kichwa el Sumak Kawsay, Sumak es excelencia, hermosa, bella, y Kawsay es vida, cultura, es todo y nada al mismo tiempo. Así es la vida en excelencia lo que queremos. El camino siempre tiene espinas, pero lo podemos soportar si es que podemos ir encaminando nuestro proceso al Buen Vivir, a que se haga realidad el Sumak Kawsay.

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