El árbol y los Belenes permanecerán expuestos hasta el final del Tiempo de Navidad, que coincide con la Fiesta del Bautismo del Señor, el domingo 7 de enero de 2024.
(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano).- Hace ochocientos años, San Francisco de Asís quiso realizar el primer belén y Honorio III aprobó la Regola Bollata para los Hermanos Menores. En recuerdo de este doble aniversario, este año el belén de la plaza de San Pedro y del Aula Pablo VI procederá del valle de Rieti, en la diócesis de Rieti, mientras que el árbol de Navidad monumental procederá del alto valle del Maira, en el municipio de Macra, en la diócesis de Saluzzo y provincia de Cuneo.
La tradicional inauguración del Belén y el encendido del árbol de Navidad tendrán lugar en la plaza de San Pedro, el sábado 9 de diciembre, a las 17.00 horas. La ceremonia estará presidida por el Cardenal Fernando Vérgez Alzaga, LC, Presidente del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano, en presencia de Sor Raffaella Petrini, Secretaria General del mismo Governatorato.
Por la mañana, las Delegaciones de Rieti y Macra serán recibidas en audiencia por el Papa Francisco para la entrega oficial de los regalos. Quiere revivir el ambiente de la Navidad de 1223 con el Belén de la Plaza de San Pedro, cuando San Francisco, de regreso de un viaje a Tierra Santa, pidió que se recreara el nacimiento de Jesús, para hacerlo en una ciudad que le recordaba a Belén: Greccio, un pueblo de la zona de Rieti enclavado entre las rocas a 700 metros sobre el nivel del mar.
La plaza de San Pedro se transforma así en un Greccio ideal, donde se colocan algunos personajes alrededor del pesebre y del buey y el asno: los que realizaron el deseo del Pobre de Asís (san Francisco), con el noble Giovanni Velita y su esposa Alticama, tres frailes compañeros del Santo y algunos pastores. El recuerdo se remonta a lo narrado por Tommaso da Celano, quien describió el primer belén viviente de la historia. Se optó por imaginar lo que sucedió entonces a través de una representación artística. La escena tiene en el centro el fresco de la gruta de Greccio, delante de la cual un fraile menor celebra misa en presencia de San Francisco que sostiene al Niño y a la Virgen. A su lado, San José en adoración y el buey y el asno.
La estructura recuerda la roca del Santuario de Greccio con un abrazo simbólico a la columnata de la plaza de San Pedro y está colocada sobre una base octogonal en recuerdo de los ochocientos años del acontecimiento. A su alrededor hay una cuenca por la que discurre el río Velino con sus aguas que llegan desde el Valle Sagrado hasta Roma. El agua alude también al Cántico de las Criaturas y a la historia milenaria del valle tan rico en agua, a la que están ligadas las vicisitudes de los pueblos que lo habitan y lo han habitado.
La representación también hace referencia a los cuatro santuarios franciscanos y a la ciudad de Rieti. La obra ha sido realizada por expertos artesanos que han interpretado el diseño del artista belenista Francesco Artese. Los personajes, de tamaño natural, son de terracota pintada (cabeza, manos y pies) montados sobre un armazón de hierro embutido con ropas de la época (1200).
También en el Aula Pablo VI, miles de azulejos de vidrio veneciano narrarán la representación del nacimiento de Jesús. Para acogerlo, como hace ochocientos años, San Francisco y Santa Clara que, aunque no estuvo presente en la noche de Greccio, simboliza la presencia del universo femenino del franciscanismo.
El Niño está envuelto en un paño blanco, mientras que una estela azul llega hasta el suelo para envolver a San Francisco arrodillado con las manos abiertas. Esto, en la intención de los artistas, representa el agua, fuente de vida. Casi detrás del Santo, aparece Santa Clara, vestida al sobrio estilo de las Clarisas, con el rostro semicubierto por un velo casi negro y la túnica de color morado oscuro.
Las manos de Clara parecen descansar sobre San Francisco. Se utilizan diferentes aureolas para resaltar los distintos papeles de los personajes. Los azulejos transparentes y opacos de vidrio esmaltado veneciano con ribete de oro amarillo liso para el Niño, la Virgen y San José. Los azulejos transparentes y opacos de esmalte veneciano con ribete de oro blanco para San Francisco y Santa Clara. El rostro del Niño es pequeño y luminoso, María lleva un manto azul con estrellas en el interior para representar el infinito, la túnica es roja. Las manos de la Virgen sostienen al Niño para presentarlo al mundo. San José está vestido con ropas de color tierra. La obra es del artista del mosaico Alessandro Serena, de Spilimbergo (Pordenone).
Tras la exposición en el Vaticano, las obras monumentales se expondrán de forma permanente en la ciudad de Rieti.
En cuanto al abeto, de casi 25 metros de altura, procede de una zona especialmente verde, el alto valle alpino que toma su nombre del arroyo que lo atraviesa: el Maira, en el municipio de Macra, donde cientos de miles de plantas autóctonas crecen codo con codo en inmensos bosques. El municipio de Macra ha conseguido convertirse en el punto de unión entre el valle inferior y superior del Maira, un lugar de descanso e intercambio. El municipio se encuentra a 875 metros de altitud y está formado por 17 aldeas y caseríos. Nació en 1928 de la fusión de Alma y Albaretto, creados como municipios autónomos en 1602. Y es precisamente de los feligreses de Albaretto di Macra, unos pocos habitantes orgullosos de las tradiciones de los montañeses y fuertemente motivados para revivirlas, de donde nace la iniciativa de donar el árbol de Navidad al Papa Francisco. Es la voluntad de redimir a una pequeña comunidad que, con su gesto, quiere dar testimonio de su cercanía al Pontífice. La donación ha sido posible gracias a la contribución del ayuntamiento de Cuneo.
Una particularidad se refiere a la decoración, que se inscribe en el espíritu del cuidado de la Casa Común, en el espíritu de la encíclica «Laudato si» del Papa Francisco. Es muy diferente de la de años anteriores, y se caracteriza por la presencia en el árbol de miles de edelweiss de la empresa Edelweiss Piumatto de Villar San Costanzo. Simbolizan la nieve y traen a la Plaza de San Pedro la flor que caracteriza el valle del Maira. Es muy importante tener en cuenta que los edelweiss viven en estado natural por encima de los 1800 metros de altitud. La empresa, cuyo objetivo es proteger el medio ambiente, las cultiva en la llanura sin comprometer las que se encuentran en su estado natural, por lo que se conservan de este modo para proteger la flora típica de montaña.
Del montaje de la iluminación y de la ceremonia se encargan, como de costumbre, la Dirección de Infraestructuras y Servicios de la Gobernación y la Coordinación de Eventos de la Gobernación.
El árbol y los Belenes permanecerán expuestos hasta el final del Tiempo de Navidad, que coincide con la Fiesta del Bautismo del Señor, el domingo 7 de enero de 2024.