A propósito de la confrontación indirecta entre un prestigiado cardiólogo (del cual no escribo el nombre porque es tan famoso y buen médico que todos en nuestro país lo conocen), y el presidente de México también ya tan conocido que no pongo sus generales, me permito escribir algunas notas alusivas a la medicina y en particular al servicio médico social (servicio social para abreviar).
De acuerdo con el censo nacional de población del 2020, México tiene más de cien mil comunidades de diversos tamaños (2474 municipios y el resto localidades de menor dimensión e importancia). Tales comunidades albergan más de 128 millones de seres humanos quienes de una forma u otra requieren de atención médica. La capacidad instalada del país, en materia médica, no es suficiente para darles la atención requerida. Como quien dice, unos tienen flautas para tocar y otros ni a chiflidos llegan. En ese aspecto lo primero que se vislumbra en México es que el Sistema Nacional de Salud, responsable obligado, es una tomada de pelo; cada institución, cada carreta, jala para donde tiran los bueyes.
Para ellos no alcanza el esfuerzo nacional por más que se estire la cobija de pasantes en servicio social. Y es claro que si los que ni a chiflidos llegan no tienen atención médica, obligación del sistema médico nacional mexicano, entonces el Presidente tiene todo el derecho a decir que los médicos mexicanos son muy malos y están fallando.
Aquí sin duda hay que notar que sus asesores en materia médica son tan pendejos que no le dan la información precisa y concreta para emitirla en su mañanera y ser más preciso en su comentario y hacer alusión a los pasantes y no a todo el conglomerado médico del país. De esa manera el titular del Ejecutivo Nacional se expone a la crítica asesina emitida por quienes esperan un simple tropiezo presidencial para atizarle por quijada y oreja, aprovechando la extraordinaria libertad de prensa que México tiene gracias a la política de la cuarta T en esa materia.
Para quienes habitan esas comunidades escondidas entre lejanas montañas y sierras, “donde las águilas se atreven” muchas de ellas casi inaccesibles, se inventó en Michoacán, entre 1928 y 1930 en pláticas vespertinas, de vez en vez, suscitadas entre el gobernador Lázaro Cárdenas del Río, y maestros y recién egresados médicos no titulados de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, el servicio médico social, simplemente servicio social. La propuesta se hizo para aprovechar mejor aquellas reuniones con el gobernador michoacano quien ya mostraba inclinación por el México desprotegido.
Más tarde, este servicio, se tomaría como bandera permanente de los estudiantes médicos del Instituto Politécnico Nacional, cuya culminación se lograría con la creación del Plan Nacional de Servicio Social En Zonas Ejidales (PLANAZZE), del cual yo fui autoridad. Renglón aparte, el Politécnico Nacional instituyó la duración de un año para este servicio en cumplimiento obligado para acreditar el examen profesional médico.
La Secretaría de Salubridad y Asistencia señaló seis meses obligatorios de servicio social como requisito para obtener el título de médico desde 1940, para aquellos que realizaron sus estudios gratuitamente en alguna escuela o facultad de medicina del sector salud mexicano.
Siguiendo con el hilo inicial, el mensaje del Presidente a los médicos mexicanos va dirigido a muchos que, habiendo terminado los estudios correspondientes, sostenidos por el erario mexicano a través de los presupuestos otorgados a las facultades y escuelas de medicina, hacen toros y monos por evadirlo. En otras palabras, esos malos médicos nacionales le zacatean al parche. Lo anterior no incluye a quienes pagan el costo en facultades y escuelas particulares del país.
Claro que hay casos como el de la Universidad Anáhuac que siendo privada se suma al servicio social obligatorio; el de la Escuela Médico Militar que lo hace en los bastiones del ejército mexicano sin importar el número de habitantes, la lejanía y efectivos militares, y el de la Médico Naval que se conduce igualmente.
En tal sentido, dudo mucho que nuestro cardiólogo tenga conocimiento del servicio social que se realiza en México por esos pasantes de escuelas y facultades oficiales de medicina. En concreto, sus argumentos son inválidos.
Claro que con esa libertad de prensa que ha caracterizado al sexenio del tabasqueño, esos mensajes agudos e insultantes y otros más pueden darse a conocer vía prensa nacional, que se ha visto a todas luces aprovecha el “desliz presidencial” para tupirlo de calumnias y oprobios.
Finalmente, cuando el Presidente de México se refiere a la contratación de médicos cubanos no es para ubicarlos en los grandes centros hospitalarios o en las grandes poblaciones y urbes, sino para que hagan el servicio en aquellos recónditos lugares “donde ni las águilas se atreven”.
Sigue…