La investigadora Marván Laborde destaca la necesidad de educar a la ciudadanía digital en la ética, a no inventar noticias y fomentar el pensamiento crítico
Jamás se habría logrado la transición a ese sistema político, si no se hubieran conquistado mayores márgenes de libre expresión, aseguró la investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, María Marván Laborde.
Comentó que sin una opinión pública fuerte, plural y respetada no existe libertad de expresión, como tampoco la habría sin democracia, aunque en cualquier sociedad se presentan avances y retrocesos en este terreno.
“Simplemente hay que ver en los últimos 30 años la cantidad de periódicos, concesiones de televisión y de radio, además de programas de opinión que han aparecido”, explicó en el marco del Día de la Libertad de Expresión.
La politóloga y socióloga destacó que en un ambiente político polarizado como el que actualmente se vive, resulta más difícil apreciar las bondades de la diversidad de opiniones, pero existen.
Marván Laborde define a la libertad de expresión como la posibilidad de decir lo que uno piensa fundamentalmente, con respecto al gobierno y a la política. Es un derecho humano que nace, como todas las garantías inalienables, con la democracia liberal, con los derechos de las personas, hombres y mujeres, frente al Estado.
“Desde luego, hoy es algo mucho más amplio y cubre, inclusive, a la poesía, la literatura y, por supuesto, cualquier medio de comunicación”. indicó la investigadora.
Precisó que la censura surge cuando por temor, por miedo a las consecuencias un medio no manifiesta su verdadera opinión hacia un gobierno; es decir, ejerce la autocensura.
A finales del siglo XX y principios del XXI, las redes sociodigitales abrieron el espacio para el ciudadano común, donde puede comentar, opinar y conocer otros puntos de vista, aunque también en estas plataformas circula información falsa. “Sin embargo, no existe distinción entre lo que es o no infodemia”, puntualizó.
En el momento que tenemos la oportunidad de ser emisores y no sólo receptores, podemos difundir noticias verdaderas o no. Por ello, siempre que hay incremento de libertades debe venir acompañado del aumento de responsabilidades y de educación, aseveró.
Marván Laborde destacó la necesidad de educar a la ciudadanía digital en la ética, a no inventar noticias, fomentar el pensamiento crítico para que frente a una información que recibimos preguntarnos, antes que nada, si es cierta.
“El problema es que como la red es mía y con ella me comunico a través del teléfono de mi propiedad, en principio hay una confianza excesiva de quienes la usamos. Si mi dispositivo lo dice, debe ser cierto, pero igual necesitamos un pensamiento crítico”, subrayó.
Para consumir noticias sin verificar no hay una previsión, tampoco tengo que hacer algo activo, aparecen en mi teléfono, sobre todo si soy una persona que continuamente me informo a través de las redes, eso es algo que ocurre con los jóvenes, varios ni siquiera saben qué noticieros hay en televisión abierta, menos en la de paga.
Ello conlleva la obligación de mejor enseñanza, de una ciudadanía digital y no prestarnos a la difusión de información de la que no tengamos una fuente confiable, apuntó.
El Día de la Libertad de Expresión se conmemora el 7 de junio, fecha instaurada en 1951 por los editores de periódicos y el entonces presidente de la República, Miguel Alemán Valdés, con el fin de destacar la trascendencia de una prensa libre e independiente para la democracia mexicana.
El precepto de la libertad de expresión en nuestro país se encuentra contenido en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, diversas leyes y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y se refiere básicamente al derecho de manifestar y difundir opiniones e ideas, así como también recibir y difundir información.