Se traslada a una iglesia a 5 km de la catedral
(ZENIT Noticias / Helsinki).- El Vaticano ha decidido reubicar la única Misa Tradicional en Latín en Finlandia, provocando un notable cambio en la vida litúrgica del país. A partir de septiembre, esta Misa será trasladada de la histórica Catedral de San Enrique, en Helsinki, a la Iglesia de Santa María, un templo más moderno y pequeño ubicado a 5 kilómetros de distancia. Esta decisión responde a una directiva del Dicasterio para el Culto Divino, que considera que la catedral, al ser un «modelo de toda la iglesia local» y un «signo de unidad», no es el lugar adecuado para la celebración del rito tradicional.
La Misa en latín, permitida desde el motu proprio Summorum Pontificum de 2007 emitido por el Papa Benedicto XVI, había encontrado un hogar en la majestuosa Catedral de San Enrique, una iglesia de estilo neogótico con profundas raíces en la historia católica de Finlandia. Construida en la segunda mitad del siglo XIX, la catedral sirvió inicialmente a los católicos que formaban parte del Ejército Imperial Ruso, en un país predominantemente luterano. Este cambio de ubicación hacia una iglesia más moderna, erigida en la década de 1950, marcará un giro en la forma en que se practica la liturgia tradicional en Finlandia.
La reubicación de la Misa se produce en un contexto global donde el Vaticano, bajo el pontificado del Papa Francisco, ha restringido significativamente el uso del antiguo rito latino, especialmente después de la promulgación del Traditionis Custodes en 2021. Según los datos de la oficina de liturgia del Vaticano, en 2022 solo 57 parroquias en todo el mundo recibieron permiso para celebrar la Misa tradicional.
En Finlandia, un país con una población católica menor a 20.000 personas, esta decisión tiene un impacto significativo, dado que la Misa en latín es una expresión litúrgica singular en este contexto. La motivación del Vaticano para este cambio, centrada en preservar la unidad litúrgica en torno a la catedral, ha sido interpretada por algunos como un reflejo de la postura crítica del Papa Francisco hacia los sectores de la Iglesia que muestran una fuerte preferencia por la liturgia tradicional.