Benjamín González Oregel
1.– 43 es una cifra que el Presidente López Obrador no podrá olvidar. Primero, porque son 43 los estudiantes desaparecidos desde aquella septembrina noche de Ayotzinapa. Misma cantidad de senadores que se requerían, hasta antes del lunes y martes de este noveno capítulo de este movido calendario, para ver cumplida una de las metas más transcendentales de su mandato. Al fin, según cuentas, los opositores no sumaron los 43 votos que impedirían al Congreso entregar, en bandeja dorada, el mayor de los presentes a quien supuestamente se va de Palacio: Se logró la reforma al Poder Judicial.
Cuarenta y tres normalistas,
Cuarenta y tres senadores,
Los ochenta y seis dolores
De AMLO y los morenistas.
Estas cifras, imprevistas,
Ya las soñó el tabasqueño.
Quien considera ser dueño,
De México y su futuro;
Y le calaba tan duro
Que no conciliaba el sueño.
2.– Ahora, el tabasqueño, pasa a la historia, como Benito Juárez. Una cosa más los iguala: ambos no han dudado a no darse a ver de quienes, al estar frente a ellos, podrían exigirles algo. A Juárez, los franceses; a López Obrador, los padres y madres de los desaparecidos.
Si Juárez corría a Jalapa,
Por temor a invasores
AMLO ante buscadores,
Cierra la puerta con chapa.
De Ayotzinapa, ¡Ni papa!
Los soldados están puros.
Ellos lo sacan de apuros.
Las madres desesperadas,
De tanto cavar, cansadas,
Que griten desde extramuros.
