Con armas en mano, el obispo fue despojado del vehículo en el que se transportaba, de su teléfono celular e incluso de la cruz pectoral y el anillo episcopal.
Por: Enrique Daniel
(ZENIT Noticias / Autlán, México).- Los hechos pasaron el pasado mes de junio pero apenas a inicios del mes de julio, en el contexto del cruce de palabras entre el gobierno de México y la Iglesia católica por la situación de violencia y delincuencia en el país, ha salido a la luz.
La víctima de estos hechos es el obispo de Aután, Mons. Rafael Sandoval, quien cuando se dirigía al Estado de Aguascalientes, usando la carretera de San Juan de los Lagos, fue interceptado.
Con armas en mano, el obispo fue despojado del vehículo en el que se transportaba, de su teléfono celular e incluso de la cruz pectoral y el anillo episcopal. Lo dejaron ahí, cerca del poblado de Encarnación de Díaz, sin pertenencias, pero al menos vivo. La narración con más detalles trascendida a la prensa local fue que un tráiler le cerró el paso, acto seguido una camioneta se emparejó a él. De ella salieron, apuntándole, sujetos con armas de fuego. Una de esas armas fue a parar a su sien. Y aunque el eclesiástico se identificó, no le sirvió de nada. Lo subieron, lo transportaron hasta un camino de brecha y ahí le dejaron. El obispo les dio la bendición y se puso a caminar hasta llegar a un poblado, donde tocó a la puerta de la primera vivienda encontrada. Para su mala suerte, nadie le creía que era un obispo. Incluso en la iglesia. Pero tras aportar más referencias, le dieron la mano.
Este testimonio, que no sólo revela lo que pasó a un obispo, sino que muestra también el clima de inseguridad en el país, fue contado por el mismo prelado a los sacerdotes de su diócesis en la reunión mensual con el clero, la tercera semana de junio de 2022. Ahí puntualizó algo más: que no hablaría más del tema porque no sabía si eso le exponía aún más con el riesgo de la propia vida.