Jesús Álvarez del Toro
Gracias a la generosidad de la Reverenda María de Lourdes Méndez Arceo, Hija de José Méndez Padilla y prima hermana de los Hermanos Méndez Plancarte, damos a conocer una carta del papá de la que fuera religiosa a Gabriel Méndez Plancarte, sobre la historia de la imagen de Nuestra Señora del Buen Suceso que se venera en la Iglesia de San Francisco de nuestra ciudad. Se respetó el texto tal como está escrito y publicado en el año de 1948.
CARTA DE D. JOSÉ MÉNDEZ PADILLA
Zamora, Diciembre 25 de 1947
Sr. Pbro. Dr.
D. Alfonso Méndez Plancarte
México, D.F.
Mi muy querido sobrino:
¡Feliz Navidad! ¿Qué gusto me dio tu carta! Te agradezco infinito tus buenos deseos, y que seas tú quien cumplas los de tu buen padre, que se proponía y me había ofrecido hacer, en estilo moderno, una nueva Novena de Ntra. Sra. De Buen Suceso. Te mando la antigua, con el precioso encargo de que me la vuelvas, pues es ahora el último ejemplar que tengo en mi poder.
Y he aquí los pocos datos que hacerca de tan grande y bella señora puedo suministrarte.
Los padres franciscanos, que fueron los que evangelizaron Zamora y gran parte de esta región, teniendo magnífico Convento en Tarecuato, la trajeron consigo; y dice Pancho España, nuestro primo, haber visto unos papeles antiguos en que se refería que, al atravezar el Mar, tomóles una desatada tempestad, y uno de los Frailes subió sobre cubierta llevando la imagen, y al bendecir con Ella las turbulentas aguas, como por encanto sobrevino la calma.
Como verás por la Novena que el año de 72 “se reimprime a expensas de un indigno siervo Suyo” (el cual no fue otro sino tu bisabuelo Don José Antonio Méndez y Padilla que así se firmaba), es antiquísima esta devoción. Yo tengo para mí, y me parece lógico, haber sido ésta la primera escultura de la Virgen María que se honrara en esta tierra de Zamora, tanto por haber venido con nuestros primeros Misioneros, como porque no hay, al menos que yo sepa, ni siquiera memoria de ninguna otra Imagen más antigua. Razón por la cual paréceme clarísimo el título para sentirnos obligados a honrarla todos los Zamoranos, y para que la gratitud y el amor nos liguen con Ella.
Ahora, por lo que toca en lo particular a nuestra familia, bueno es que sepas que en unos papeles de nuestros abuelos Don José Antonio Méndez Padilla y Doña Juana Garibay, (papeles que regalé a Luís Méndez Jiménez para que mejor que yo y con igual cariño los conservara), yo mismo vi que nuestros referidos abuelos fueron Mayordomos de las Cofradías (de hombres y mujeres) de Ntra. Señora; y allí también constaban diversas cuentas de gastos hechos para sus fiestas.
Cuando para evitarse mayores daños, “se pronunció” Zamora por Don Porfirio, cuya Revolución iba de triunfo, y salía de esta plaza el General Franco, que estaba por Lerdo, pasó este General por frente a mi padrino y tío Don José Dolores Méndez Garibay, (Médico muy afamado y Prefecto entonces de Zamora); y diciéndole: “Adiós, Doctor, ya nos veremos!”, le desherrajó un tiro, no sé si de pistola o de mosquete, aunque, por el tamaño de la bala paréceme de pistola. Mas la bala, -invocando él a Ntra. Sra. Del Buen Suceso-, rebotó en su mano sin causarle daño ninguno, y encasquillada en oro la tiene pendiente de su manto la Imagen que conserva Pancho España y cuya historia luego te contaré.
Otro día, inolvidable para Zamora se quemó el Convento y Templo de San Francisco, (según parece, por un grave descuido del Sacristán, que dejó encendido el hornillo donde había estado haciendo las hostias). Y en tamaña ocasión, tu abuelo Don Perfecto, mi buen padre, y su hermano mayor, el mismo Dr. Don José Dolores, exponiendo su vida y sufriendo algunas quemaduras, sacaron de la hornaza que era el Templo la venerada Imagen, ya de antaño muy amada de nuestras gentes, y la llevaron a la que fué la casa solariega de nuestra familia: ¡La Esperanza!
¿Cuántos años hace de esto? Yo no lo sé. Cuando abrí los ojos, allí la vi, y hoy tengo setenta. Reedificó después el Templo el M.I. Sr. Cango. Lic. D. Juan R. Carranza, -Rector que fué del Seminario, Gobernador de la Sda. Mitra, y uno de los sacerdotes de mejor sociedad y de mayor cultura de aquella época-; y cuando terminó, le fué a pedir la Imagen a nuestra abuelita Dña. Juana Garibay, con quien tenía sin duda estrecha amistad y particular estima y cariño, pues le toleró esta respuesta: “No, Juanito; mientras yo viva, esta Imagen no saldrá de aquí”…, como no salió.
Claro que tal acción, por muy heroica, no podía ser suficiente título canónico para retener la Sagrada Imagen; pero no el consentirlo el Sr. Carranza, se traslucen su amable respeto y manifiesta deferencia con nuestra abuela, q.b.g.h., y aún pudiéramos ver un claro indicio del singular amor que la Virgen Sma, en esta advocación del Buen Suceso, le ha tenido a nuestra familia.
Años más tarde, nuestro tío Don Esteban, (a quien todos veneramos y tuvimos cordial afecto, y al que guardó especial cariño y devoción tu papá, conservando en su escritorio un pequeño retrato suyo y encomendándose a él, como a Santo), construyó el actual santuario de Guadalupe, para las Hijas de María, -tal fue su primitiva intención, y por eso, si tan hermoso, es tan pequeño-, en lo que fuera Capilla de San Antonio, anexa y propiedad del mismo Convento de San Francisco. Y acaso por esto último, -ya muerta para esa época nuestra ilustre abuela-, nuestra tía Florencia (de quien sin duda si te acuerdas y guardas como yo gratísima memoria), le entregó a Don Esteban nuestra Imagen para que la colocara en su Templo, en donde estuvo largos años, al lado del Evangelio, sobre elevada columna y bajo un amplio capelo, como quizá recuerdes haberla visto.
Vino luego la Persecución Religiosa y apresuróse a recogerla mi primo Pancho el Dentista, de feliz recordación por muchos motivos, a quien, por muerte y testamento de mi tía Florencita, pertenecía ya entonces nuestra vieja casa de “La Esperanza”. Pero él mismo, en tiempo del P. Don José Cabrera, Ecónomo del Seminario y Capellán de San Francisco, la volvió finalmente a dicha Iglesia, donde ahora está, aunque antes se mandó hacer una copia, que con él peregrinó más tarde a Guadalajara, y que a su muerte yo heredé, y la veo y tengo como el más hermoso y rico tesoro.
Quiero hacerte la aclaración de que son tres las actuales esculturas de Ntra. Señora del Buen Suceso.
La Original que trajeron los Franciscanos, se quemó en el Viático de nuestro tío Don Marcelo Matos (el tío del Sr. Lic. D. Luís Padilla Matos), en cuya casa, como entonces se acostumbraba para recibir al Santísimo, se dispuso un suntuoso altar lleno de adornos y cortinajes, a alguno de los cuales se comunicó el fuego de las velas, y ardió todo el altar, quedando la Sagrada Imagen, si no precisamente hecha cenizas, sí toda ella abrazada y ennegrecida. Mi papá, a quien reconocían por entonces como jefe de la familia, a pesar de no ser el mayor, (como pasó después con tu propio padre, ¡Perfecto!), le pasó aquellos restos a Pancho España, que gracias a él había aprendido y comenzaba a ejercitar la escultura, y le encargó le hiciera una nueva Imagen, exactamente igual, para subsistir a la quemada, que parecía absolutamente inservible, por lo negro y deforme. Pero Pancho, a quien Dios ha dado grandes dones y él se ha hecho de buenas mañas, no tan sólo cumplió muy bien su encargo, entregando esa primera copia que desde tales días remplazó en la estimación y el culto de todos a la Original; sino que luego, y trabajando ya él por su propia cuenta, volvió a su primitivo sér (poco más o menos) la antigua Imagen quemada, y la tiene en tan grande veneración, que primero le quitan la vida que dicha Imagen, ¡Tánto la quiere!.
Y la tercera, es una segunda copia, que –según ya te referí- se mandó hacer Pancho el Dentista cuando iba a devolver la otra anterior al Templo de San Francisco; y es ésa la que yo heredé luego de él, y ¡quiera la Sma. Señora que la conserve siempre con el amor y la honra con que Pancho España tiene la suya!
Hablando, finalmente, con el Excmo. Sr. D. Salvador Martínez Silva, acerca de Ntra. Señora del Buen Suceso, me dice convendría acudir en busca de datos al Provincial de los Franciscanos de Michoacán, en Acámbaro; y que, si se confirma la probabilidad de que ésta sea la primera Imagen de la Virgen que recibiera culto en Zamora, él vería muy posible y desearía que se promoviera su Coronación. ¡Qué dicha sería para mí si pudiera verla! Y Monseñor Anaya, por su parte, -nuestro Excmo. Sr. Obispo Diocesano-, sugiere que tal vez en el Archivo General de la Nación, o con los Franciscanos de la Provincia de México, o con los de Zapopan, Querétaro, Morelia y Salvatierra, se pudieran también buscar algunos fehacientes datos.
Te mando una fotografía para que tengas a la vista cuán hermosa es nuestra Virgen, por más que en la penumbra de su actual Capillita, en el “cubo” de la Torre de San Francisco, está como en una cárcel y no se puede apreciar cabalmente su gran belleza. A esa cárcel, con todo, voy día tras día, a dejarle mi corazón y a pedirle por todos nosotros. ¡Qué Madre más dulce, más tierna y más buena, y cómo nos da siempre buenos sucesos, aun en todas las penas de nuestra vida.
Entre tanto, ya espero tu novena con vivísimo interés; y como me lo pides. Le he estado y Le seguiré “echando Aves Marías”, hasta que nos conceda tan buen suceso. Dios habrá de pagarte cuanto por Su Madre hagas; y yo, pues es también la mía, te lo agradeceré con todo el corazón…
Mucho te quiere tu tío
JOSÉ MÉNDEZ PADILLA.
Post Scriptum, (a 13 de noviembre de 1948). En estos días vino casualmente mis manos, y lo voy a entregar a la Autoridad eclesiástica, un Legajo del disperso archivo del “Hospital de las Llagas de N.P. San Francisco de la Villa de Zamora”, cuya numeración empieza en la foja 8 y abarca de 1724 a 1761, y donde hay dos testimonios preciosísimos de la devoción y esplendidez con que a mediados del siglo XVIII honraba el Pueblo de Zamora a Nuestra dulce y amadísima Madre.
Allí, en cierta “Razón de los Aumentos, con motivo de la junta anual para dar noticias al Superior sobre el estado de cuentas y mejoras y gastos del Hospicio, en 15 de octubre del año de 1759”, firmado por Fray Juan Manuel Méndez, Fray José Rubio, Fray Juan Antonio Zárate y el Síndico, Diego Díaz de Gamarra, se lee a la letra, fol. 70:
Item.- Una peana de plata que tiene setenta Marcos, que se hizo a solicitud del Exdefinidor Fray Joseph Rubión para Ntra. Sra. Del Buensuceso.
Item.- Se hizo una corona Imperial de Oro, que pesa ocho on. (onzas) poco más o menos, para dha. Imagen.
Item.- Se hizo un Bestido de tela Berde y un manto de la misma tela a la dha. Imagen, todo a solicitud de dho. R.P.
Y otra análoga relación. “En veinte y cuatro días del mes de mayo del año del Señor de mil setecientos sesenta y uno”, calzada por las mismas cuatro firmas, dice en el folio 71, vuelta:
Item.- Entre el Colateral de Animas y el de Dolores, se puso el de mi Señora del Buensuceso, el que queda perfectamente acabado. Este tiene el soclo de madera con sus molduras y golpes de talla; en el sotabanco tiene su Sagrario, sobre el que estriba la repisa en que está formado el nicho principal de la Señora, el que remata arriba con una media naranja, y sobre ella puso un Angel de madera de media vara de alto (…) y en la cornisa de arriba, quatro angeles de talla, de tres cuartas y algo más de alto, y otro angel de la misma proporción en el nicho de en medio; y en las entrecalles, quedaron quatro nichos, los que todavía no tienen Santo, el dho. Colateral está bestido de taya, con frizos y molduras que lo hermosean bastantemente (…).
Item.- En dho. Altar, o mesa portátil, están puestos unos Manteles de Bretaña, perfilados y con encajes entrefinos, (…) y una Pálea de Persiana Berde, con su punta de Milán de oro falso, y un Cubrealtar de Bretaña con su Encaje…
En cuanto al pasaje de la travesía en el mar, no hemos podido encontrar una confirmación apodíctica; pero los más viejos de Zamora atestiguan haberlo oído a sus padres, y que así lo llegaban a predicar los propios Franciscanos en algunas de las magníficas funciones que se hacían a “mi Señora del Buen Suceso”
Adiós, pide por mí.
Tu Tío José