Pedro Macías Chavarría no fue el típico sacristán de pueblo, que a fuerza de tantos años en una parroquia, se haya limitado a ver la vida con el cristal riguroso de la religiosidad, esa que prohíbe el decir “malas palabras”, el “hablar con chascarrillos alusivos a los mismos sacerdotes u oficios religiosos” o el evitar hablar sobre cuestiones “fuertes” de lo que sucede en las parroquias, porque al fin y al cabo, la vida de esos recintos se desarrolla igual –con vientos a favor y en contra, con desaguisados y problemas- que cualquier otro ambiente.
  
   Originario de la Palma, Michoacán, de donde emigró en 1960 para radicar en Zamora como sacristán con el padre Cipriano Abarca. Cuando lo conocí ya era un hombre maduro, que pudo haber perdido todo, menos el sentido del humor.
  
   Era yo, junto a una camada de chamacos de mi edad, acólito. Todavía nos tocó “trabajar” con don Nabor Victoria y después del fallecimiento de éste, con el presbítero Joaquín Paz y Pedro el sacristán nos ilustraba con sus vastos conocimientos humorísticos y su inigualable sentido de imitador, sobresaliendo la imitación que hacía del padre Abarca.
  
   Cuando le hice saber el propósito de entrevistarlo me contestó, como sólo él sabía hacerlo: “Que chifle a su máuser el que tiró el incienso” y no me dejó hacerle pregunta alguna, espetándome…
  
   “He sido sacristán de 6 curas, con todos he estado muy a gusto, y he sido testigo de acontecimientos importantes y no importantes” empezó diciéndome Pedro.
  
   “Gerónimo era el anterior sacristán, él me dijo que tuviera cuidado con los rateros en esta ciudad. Al principio que me quedé a dormir en la casa de al lado, había un montón de ratas, parecían conejos y salían por todos lados. Cuando empezaba a dormir, oía ruidos y veía su sombra pasar rápidamente, al principio me asustaba mucho creyendo que eran los rateros que ya venían, pero después de unos quince días le dije al padre que ahí estaba su casa llena de tiliches que ya no podía seguir durmiendo ahí con tanto animal. Él me contestó que tirara todo y desentilichara para que pudiera arreglar bien mi casita. Imagínense todo lo que había, que duramos dos días tirando toda a la basura, el carretón de plano llegaba y se estacionaba aquí afuera”.
  
   Recordó durante la entrevista a don Luis Martínez, jefe de la adoración, quien en un jueves santo fue atropellado y murió, así acabó el grupo de “Adoración Nocturna” que era tan numeroso y aglutinaba a gente de Ario, del Sauz de Arriba y Abajo, de Torcasas, de La Nopalera y de la Estancia.
  
   Igualmente acabó el grupo del “Jubileo de las 40 horas” con la muerte del señor cura Nabor Victoria.
  
   En este punto de la plática Pedro se pone serio, meditabundo y afirma “veo una rareza entre los mismos sacerdotes, porque han cambiado hasta las cosas de la iglesia, por ejemplo, ya nadie explica lo que antes se explicaba, ahora nadie habla del infierno, no se renuevan las costumbres, pareciera que las cosas de la iglesia se han ido acabando.
  
   A mí no me gusta ser pesimista pero no dejo de reconocer que yo mismo ya estoy muy cerca del final. De hecho yo sé lo que es estar del otro lado…y nos relata lo que vio y le pasó cuando se vio tan mal en un hospital y supuestamente “se fue” por unos segundos.
  
   Habla de la importancia que tiene para él el Santo Rosario, “siento que si dejara el rosario, entonces sí me moriría”.
  
   La plática está matizada por chistes y remembranzas que llenan de diversión el relato de su vida.
  
   “En una ocasión las Hijas de María, decidieron comprarle una capa española al señor cura –pero ¿con qué dinero se la compramos, es cara, y no tenemos para tanto- dijo una.
  
   Y por ahí surgieron varias voces aconsejando que fueran por el pueblo pidiendo dinero a las buenas gentes que quisieran cooperar.
  
   Así llegaron con un carnicero
  
   ¿Gusta cooperar para la capa española del señor cura? Preguntaron y éste les contestó: “Ahí les van cien pesos para la capa del señor cura y otros cien para que me capen al sacristán, porque ya no sé con cuál de los dos es con el que anda mi esposa que se la pasa en la iglesia”. El padre me dice que no lo ande platicando porque hay gente que sí se lo cree”, termina diciéndome Pedro, después de reír la ocurrencia.
  
   Entre las gracias de Pedro el sacristán de la Purísima, también está el escribir versos y cuentos. Nos platica uno de los que le compuso a don Carlos Suárez Cázares.
  
  

  
   Así nos platica el que le hizo al Padre Cobos, al padre Franco y las experiencias jocosas que le ha tocado vivir con algunos de los padres y curas de la parroquia.
  
   Sin embargo, este hombre con carácter excepcional, también tiene un sentimiento con la iglesia, algo que nadie se pudiera imaginar, ya que como él mismo afirma, “no me gusta molestar a nadie, yo veo como le hago para comprar lo que le hace falta a la parroquia, pero trato de no fastidiar a nadie”.
  
   Tengo una desilusión de los curas con los que he estado, y es que ninguno se ha preocupado jamás por dejarme una casita, o un lotecito, algo que sirva de patrimonio para mi familia. Es increíble que en 39 años de servir a la iglesia nadie haya pensado nunca en mi necesidad, ahora ya hasta me quitaron la casa, ya no vivo aquí al lado, sino que me mandaron a rentar una, por aquí mismo, por esta calle, pero más al norte. No se me hace justo.
  
   Conozco a mucha gente, ojalá alguien vea esta entrevista y me pueda ayudar porque ya estoy viejo y ya no es mucho lo que voy a durar, quisiera dejarles algo a mi familia, a mis hijos, a mi esposa.
  
   Habla también de las carencias que tiene la iglesia: “Aquí vienen los curas y se llevan todo, argumentando que es de ellos, aunque lo hayan comprado con el dinero de las limosnas y aunque originalmente hayan pedido para comprar tal o cual cosa. Por ejemplo, ahorita no tenemos ornamento verde ni rojo. Una vez un cura, que no voy a decir su nombre, pidió dinero para comprar un misal para la parroquia, pero cuando se fue, se lo llevó diciendo que era de él”.

Días de muerte, no día de los muertos

El pasado lunes dio inicio en la ciudad de Glasgow en el Reino Unido la COP26 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021), que se prolongará por las próximas dos semanas, en las que se tratará de llegar a acuerdos de largo plazo que ayuden a frenar el cambio climático que está poniendo en riesgo el futuro de la humanidad. En el marco de la Conferencia, se dieron cita 120 jefes de Estado y de gobierno para participar en la Cumbre de Líderes, el Presidente de México decidió no asistir. En su discurso inaugural, el Secretario General de la ONU, António Guterres, alertaba: “ya basta de quemar, perforar, y minar nuestro camino más profundo, estamos cavando nuestras propias tumbas”. El día de ayer -en lo que representa el primer gran acuerdo de la Conferencia-, más de 100 países, que representan el 85% de los bosques del mundo, firmaron un pronunciamiento en el que se comprometen a “detener y revertir la pérdida de bosques”, vemos con mucha tristeza que nuestro país no lo firmó.
  
   Para quienes creemos en la relevancia de cuidar nuestro medio ambiente, es muy triste ver que, a nuestro gobierno, este tema no le merece ninguna importancia. Lo podemos constatar también en la iniciativa de reforma eléctrica que el Presidente de la República envió al Congreso que, de aprobarse, representaría para México un enorme retroceso que pagarían muy caro las próximas generaciones. Privilegiar el uso de combustibles fósiles como el combustóleo para generar energía eléctrica en lugar de favorecer la generación por medio de energías limpias y renovables, independientemente de que económicamente es un despropósito, traerá consigo un significativo daño ambiental muy difícil de revertir.
  
   No podemos cerrar los ojos ante lo que está sucediendo actualmente, el cambio climático es la mayor amenaza que se cierne sobre la humanidad. Los polos se están derritiendo; el nivel del mar sigue subiendo; y, las temperaturas son cada vez más extremosas. Los cambios los podemos ver todos los días y en todas partes del mundo: inundaciones, sequías, incendios forestales, etc.
  
   Da tristeza comprobar que nuestro gobierno, al igual que gobiernos de otros países, piensa que invertir en el cuidado del medio ambiente es un lujo que no nos podemos dar y no una urgente necesidad. No se dan cuenta que muchos países han hecho compatible y han logrado un equilibrio entre el cuidado del medio ambiente y el crecimiento económico. El momento postpandemia que estamos viviendo puede ser una oportunidad única para replantear aquellos esquemas de producción y consumo que, no sólo han demostrado que no son financieramente viables, sino que también representan una amenaza para los recursos naturales a escala global.
  
   Veo muchas contradicciones en el tratamiento que le damos al tema del cambio climático. Hay un desfase entre lo que queremos la mayoría de los mexicanos y lo que hace el gobierno. Por una parte, a nuestro niños y jóvenes se les enseña en la escuela la importancia de cuidar nuestro planeta y, por otra parte, nuestro gobierno no hace nada y manda mensajes de que no le interesa. Por eso la pregunta: ¿Está México realmente comprometido con el medio ambiente?
  
   @jglezmorfin
   Abogado