Sin cuestionar el triunfo de Claudia (un escenario que era probable), hubo cosas muy extrañas en este proceso electoral.
Desde luego, el punto de partida es que fue una Elección de Estado, como hace mucho. Era obvio; desde hace más de dos años los candidatos de Morena empezaron a hacer campaña.
Eso implicaba el uso recursos humanos, institucionales y económicos a favor del partido oficial.
¿De dónde salió el dinero para las muchas giras y “conferencias” de los aspirantes de Morena? ¿De dónde, la enorme cantidad de espectaculares por todo el país? El INE no lo ha aclarado y seguramente no lo va a hacer.
Muchos vimos videos con los Servidores de la Nación haciendo propaganda y condicionando los programas sociales. Y muchos funcionarios conocidos me contaron que los obligaron a votar por Morena, so pena de sufrir castigos en su trabajo.
Y desde luego, AMLO, después de la elección intermedia de 2021, se dedicó a garantizar el triunfo de su partido (‘haiga sido como haiga sido’), dejando de lado la salud, la seguridad, la educación, los padres con hijos desaparecidos, etcétera. Lo único realmente importante era la elección (y de ahí también su constante violación a la ley y la Constitución al respecto). Y se endeudó para elevar las pensiones poco antes de la elección, que seguramente se traducirían en votos para Morena.
Pese a todo, el propio día de la elección hubo cosas muy raras. Todos vimos muchos más gente en las casillas de lo normal (yo suelo tomar 15 minutos y ahora fueron dos horas). De ahí que hacia el fin de la elección varios expertos calcularon que la participación estaría entre 65 y 70 %, por arriba del promedio (63 %). Pero resulta que fue del 60 %. ¿A dónde habrán escondido al resto de electores, probablemente de Xóchitl).
Otra cosa extraña fue la tardanza en dar a conocer el conteo rápido. En otras elecciones eso ocurre entre las 9 y las 10. Ahora fue hasta las 12, después de raros apagones y “caídas del sistema” en el INE y en el IECM.
Anécdota; a las once, estando en una mesa con Joaquín López Dóriga, llegó uno de los mayores expertos en elecciones en América Latina; Daniel Zovatto. Lo primero que dijo es que era sumamente extraño el retraso, pues enviar la información de la muestra y sumarla no lleva tanto tiempo.
Otra cosa aún más extraña fue que Morena sí consiguió (o casi) su Plan C: mayoría calificada en el Congreso. Ni siquiera las encuestas que le daban a Claudia 30 0 40 puntos de ventaja arrojaban mayoría calificada.
Todos los expertos, absolutamente, decían que eso era poco menos que imposible por la votación que exigía. Y sin embargo ocurrió.
Era también algo muy importante para AMLO, pues quiere un régimen en un sistema de partido hegemónico, como el de hace cuatro décadas, pues el Ejecutivo puede cambiar la Constitución a su gusto, sin permiso de nadie.
De confirmarse esto, podemos dar por terminada la democratización mexicana iniciada tras el fraude de 1988.
Raros fueron también los resultados en Veracruz, la Ciudad de México y Morelos, donde todo apuntaba a una alternancia. Y ni qué decir de Yucatán. Ahí también habría que indagar qué pasó.
Hoy en el INE se compararán sábanas y actas, a ver qué tanto coinciden si se confirma sobre todo la mayoría calificada en el Congreso, podemos poner a México en la lista de democracias que cayeron ante lo que el prestigiado politólogo Samuel Huntington llamó “reflujo democrático”.
Después de cada ‘oleaje democrático’ (cuando muchos países se democratizan), años después surge un reflujo, donde algunas de las nuevas democracias resisten y continúan su camino, pero otras se desvirtúan o se caen por completo (Venezuela, Nicaragua, Rusia, entre muchos otros).
Si los resultados se confirman, México estará en la lista de los caídos, y quién sabe cuánto tiempo pase antes de volver a hacer otro intento. La última vez pasaron 70 años. (El Universal)