Jean Meyer // GUERRA SANTA Y HEREJÍA

Día 908 de la agresión rusa contra Ucrania. Hace mucho que San Agustín dejó en claro que ninguna guerra puede ser santa. Nuestro mundo no conoce al africano Padre de la Iglesia. Tampoco lo conocen los colonos dementes del sionismo religioso que creen que, al sacar a los palestinos de Cisjordania, harán llegar al Mesías, ni los criminales de Hamas, Al Qaeda y el Califato que invocan a Dios para encubrir sus atrocidades, ni el patriarca Kirill, Patriarca de Moscú y de Todas las Rusias, desde 2009, que dice, al celebrar el inicio del quinto mandato de Putin, que la guerra contra Ucrania es “santa, es una misión religiosamente justa, parte de nuestra historia de mil años”.

Kirill lo dice y repite desde un principio y, el 27 de marzo de 2024, remató: Desde el punto de vista espiritual y moral, la guerra de liberación nacional del pueblo ruso, llevada a cabo desde 2014 sobre los territorios del Suroeste de Rusia (habla de Ucrania) contra el régimen criminal de Kiev y el Occidente colectivo detrás de él (…) es una guerra santa en la cual Rusia y su pueblo defienden la unidad del espacio espiritual de la Santa Rusia, cumpliendo con una misión de freno, protegiendo al mundo del empuje del globalismo, previniendo la victoria del Occidente caído en el satanismo.

Años antes de esa formidable declaración, el P. Cyril Hovorun, de la Iglesia ortodoxa ucraniana del patriarcado de Moscú (en 2022, esa Iglesia, frente a la agresión rusa, dijo que ponía fin a esa situación) había publicado un libro intitulado “Ortodoxias políticas, nada ortodoxas”, para demostrar que la mezcla de política y religión podía llegar a la herejía, como en el caso del antisemitismo cristiano o del nacionalismo cristiano: en la primera guerra mundial las Iglesias alemana y francesa afirmaban que Dios estaba de su lado; en la guerra genocida que Brasil, Argentina y Uruguay hicieron a Paraguay, los prelados cantaron Te Deum en agradecimiento al Dios de los ejércitos que había permitido la masacre de los paraguayos católicos.

Varios teólogos han aplicado la palabra “herejía” al discurso de Kirill que corresponde a la definición de Basilio el Grande: “herejía es una clara distanciación de la fe de Dios”. El canon 15 del concilio de Constantinopla de 861 define como hereje “él que se separa de la comunión con la Iglesia al cometer una herejía condenada por los concilios o los Padres, cuando predica públicamente una herejía y la enseña en la Iglesia. (…) Los que hacen eso son seudo-obispos y seudo-predicadores…”. Juan Chryssavgis opina que sería admirable ver a los obispos ortodoxos condenarlo (Kirill), ver a los fieles ortodoxos levantarse y protegerse contra su pastor despótico”. Luego dice que sería más efectivo aún acusarlo de “sicario político y criminal de guerra”. El delito de sicario político no existe, pero, el 24 de abril de 2024, el Consejo de Europa (resolución 2540, párrafo 13) condenó la retórica del patriarca y del Santo Sínodo de Moscú por su “abuso de la religión y distorsión de la tradición cristiana ortodoxa (…)  Su incitación a cometer el crimen de agresión, genocidio y crímenes de guerra es en sí mismo un crimen de guerra”.

Me quedo con la acusación de herejía aplicado a la “ortodoxia política” tal como la define el P. Hovorun. La Iglesia Ortodoxa de Moscú y de Todas las Rusias, en su antigua y presente gloria imperial, confunde el culto divino con el saludo a la bandera, la cruz de Cristo con la kalashnikov, pero casi todas las Iglesias ortodoxas tienden a glorificar la nación y su Estado, como lo hacían anteriormente las Iglesias nacionales católicas: en la primera guerra mundial, cuando el papa Benedicto XV intentó lograr un cese al fuego y una paz blanca sin conquistas, los católicos de los dos bandos lo acusaron de ser un traidor, agente alemán, según franceses y belgas, agente francés según los alemanes. Lo cual no disculpa para nada al patriarca Kirill y a sus obispos. Al llamar santa la guerra de agresión contra Ucrania, llama blanco lo que es negro y enuncia de verdad una herejía.

Historiador en el CIDE

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JEAN MEYER

Dr. Jean Meyer. Francés nacionalizado mexicano. Historiador. Licenciado en grado de doctor por la Universidad de la Sorbona. Profesor e investigador del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) donde además fundó y dirigió la División de Historia.

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