Donald Trump usa la amenaza de imponer aranceles a México como un recurso para influir en las políticas que más le importan: migración y tráfico de fentanilo.
Trump probablemente no va a imponer un 25 por ciento de aranceles a todos los productos importados de México y Canadá, como amenazó hace un par de días.
Causaría un desastre en la economía de Estados Unidos. También en las de México y Canadá, pero eso a él no le importaría gran cosa.
Pero, es lo suficientemente astuto para no comenzar su gobierno con un desplome de su economía, lo que ocurriría con sus decisiones arancelarias.
Obviamente, usa la amenaza pública como un recurso de presión para influir en las políticas que más le importan: control de la migración y del tráfico de fentanilo.
Es la primera de las amenazas, no la única ni la última.
Ya conocemos muy bien el estilo negociador del próximo presidente de Estados Unidos, lo vivimos cuatro años a partir de enero del 2017.
Ante el pronunciamiento de Trump hubo dos tipos de respuesta.
Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, tuvo una llamada telefónica privada el lunes por la noche.
De ella solo se reveló lo que el gobierno canadiense quiso que se revelara, enfatizando el carácter constructivo de la conversación.
La presidenta Claudia Sheinbaum hizo pública una carta que será enviada a Trump, ofreciendo argumentos respecto al esfuerzo de México para contener la migración indocumentada y el tráfico de fentanilo. Pero también señalando que ante un arancel habrá otro arancel en respuesta.
Haber hecho pública la respuesta, incluso antes de mandar la carta, tiene un aspecto positivo y otro negativo.
El positivo es que se respondió en los mismos términos recibidos, es decir, a través de una comunicación pública. Hasta donde sabemos, Trump no advirtió al gobierno mexicano lo que iba a publicar. Se le respondió en los mismos términos.
El aspecto negativo es que abrió las cartas.
Respecto al contenido de la carta, hay que subrayar dos aspectos eficaces.
El primero es apelar al interés de las empresas norteamericanas, como son sus principales tres armadoras automotrices. En la negociación, México debe convertir al sector privado de EU en su aliado.
El segundo es dejar claro que México va a responder con aranceles. No se va a quedar con los brazos cruzados, suplicando.
Y, obviamente, hay que preparar una mejor estrategia de control de la migración indocumentada y no revelarla en público, sino ofrecer resultados que sean conocidos por Trump.
Hubo a quien no le gustó el tono desafiante de la carta de la presidenta Sheinbaum.
Creo que si no respondía en esos términos, hubiera sido como si no hubiéramos aprendido nada tras cuatro años de convivir con Trump en el pasado.
En el caso del fentanilo, y en general en el combate a los grupos de la delincuencia organizada, quizá lo más efectivo sea ofrecer resultados sin presumirlos públicamente.
Sheinbaum deberá aprender a jugar a una diplomacia en la que a veces es conveniente no exponer sus logros y en otros hacer mucho ruido con los resultados. Depende.
El juego con Trump va a ser complejo y va a exigir mucha inteligencia, flexibilidad y adaptación.
En su libro, The Art of the Deal, Trump presume que uno de sus grandes logros es ser impredecible.
Creo que a estas alturas es mucho más predecible de lo que él supone. Ya lo conocemos.
Por otra parte, tampoco hay que alarmarse por el efecto sobre el tipo de cambio.
Hay que ser conscientes de que ante declaraciones como la de Trump el lunes por la tarde, habrá sobrerreacciones, que al paso de los días tienden a corregirse. Ya lo estamos viendo.
Claro, hay que trabajar para tener respuestas frente a diversos escenarios, pero, sobre todo, saber hacer las jugadas correctas en los momentos correctos ante un personaje que nos va a quitar el sueño. Ni modo.
Fe de erratas
En la columna publicada ayer en este espacio, referimos que la IED del tercer trimestre había sido estimada por el subsecretario de Economía, Luis Rosendo Gutiérrez, en 5 mil 737 millones de dólares.
En realidad, la estimación que dio a conocer el subsecretario fue que en los primeros tres trimestres del año, la IED había ascendido a 35 mil 737 millones de dólares.
La que dio a conocer el Banco de México esta semana fue de 35 mil 738 millones, prácticamente igual a la señalada por el funcionario.
Valga la aclaración. (El Financiero)