En la mañanera del 8 de agosto de 2022, el Presidente anunció que a través de un acuerdo dispondría que la Guardia Nacional (GN) dependiera de la Secretaría de la Defensa Nacional. Fiel a sus convicciones (“no me vengan con eso de que la ley es la ley”), con un acuerdo pretendía enmendarle la plana a la Constitución, lo frenó la Suprema Corte, pero ahora, con las mayorías calificadas casi en la bolsa, la Guardia pasará a la Defensa Nacional porque de quedarse en la Secretaría de Gobernación o en la de Seguridad Publica se corrompería, advierte el presidente López Obrador.
Detrás de la decisión de encuadrar a la GN en la Secretaría de la Defensa, está la idea de que los militares son incorruptibles. Por desgracia, son innumerables los ejemplos de militares que se han apartado del camino del honor, se coluden con los criminales, se han corrompido o violan los derechos humanos.
¿Historia antigua? La rebelión de la fracción más poderosa del Ejército para darle un golpe de Estado al presidente Carranza, que terminó con su asesinato. ¿Otra más próxima? El general Jesús Gutiérrez Rebollo, zar antidrogas, al servicio de “El señor de los cielos” o los “gafes”, miembros de un cuerpo de elite del Ejército reclutados por Osiel Cárdenas, líder del Cártel del Golfo, que se convirtieron en Los Zetas, el grupo criminal más sanguinario y en estos mismos días, Julio Almanza, presidente de la Federación Estatal de Cámaras de Comercio (Fecanaco) en Tamaulipas, denuncia como desde que los militares asumieron el control de las aduanas se agravó la corrupción.
Antes de llegar a la Presidencia, López Obrador advirtió muchas veces sobre los riesgos de involucrar al Ejército en el tema de la seguridad: “No es con el Ejército como se puede resolver los problemas de inseguridad y de violencia”, dijo en abril de 2010 y más adelante, ya en vísperas de asumir el poder, advirtió: “No debe de seguir exponiéndose al Ejército, tenemos que ir regresando al Ejército en la medida en que se va profesionalizando la policía, creo que nos va a llevar seis meses…”
Pero no solo López Obrador previno sobre los riesgos de militarizar la seguridad pública, también lo hicieron algunos prohombres de la 4T, baste recordar aquel discurso del entonces senador Manuel Bartlett: “…es la militarización de los puertos mexicanos y van hacia la regularización de la ocupación del Ejército mexicano del país, de nuestro país, y vamos a vivir en un régimen militar, es lo que están haciendo… Están llevando a México a un régimen militar-policiaco… ¿Y nuestros hijos, y nosotros mismos, vamos a vivir bajo un régimen militar?”
Por aquellos días, Jesús Ramírez Cuevas, el hoy vocero presidencial, se sumaba al coro: “Poder justificar que los militares se apropien, digamos, de las calles, del espacio público y puedan hacer labores de policía, contraviene a la Constitución, es anticonstitucional y contraviene la historia democrática de este país; se trata de establecer las bases de una dictadura”. Pero todos estos próceres hoy callan. (El Universal)