Fernando Bermúdez López
España
La descolonización está exigiendo un cambio profundo en la estructura organizativa de la sociedad planetaria. No podemos lograr un mundo descolonizado mientras no desaparezcan los bloques imperiales. Estados Unidos, Rusia y China controlan no solo la economía mundial y el poder militar y geopolítico sino también el pensamiento. Entre estos bloques existe una competencia desorbitada e inhumana. Todos los demás países se ven sometidos a bailar la música que toca unos u otros.
La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) dejó una Europa destrozada y un mundo herido moralmente. Ocasionó alrededor de 60 millones de muertos, multitud de ciudades bombardeadas, crueles torturas, campos de exterminio como el de Auschwitz y Manthausen entre otros muchos y el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. Fue un cúmulo de muerte y sufrimiento.
Después de los horrores de esta guerra, representantes de 50 países se reunieron en San Francisco, California. Fundaron la organización internacional de Naciones Unidas (ONU) con el objetivo de que nunca más los humanos recurriéramos a la guerra para resolver los conflictos que pudieran surgir entre las naciones. En la Carta de fundación de la ONU se establece una serie de artículos en orden a la protección de los derechos humanos, la distribución de ayuda humanitaria, el apoyo al desarrollo sostenible y a la acción climática.
La ONU fue una esperanza. Después, en 1948 Naciones Unidas elaboró y aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos, que es uno de los grandes logros de la humanidad.
Han pasado más de 78 años de la creación de la ONU, sin embargo, las guerras e intervenciones militares no han cesado. La ONU no ha sido capaz de dialogar y evitar la guerra de Ucrania ni las tensiones político-militares entre Estados Unidos, Rusia y China que pueden desembocar en una hecatombe 98 mucho peor que las anteriores guerras mundiales, que afectaría no solamente a la humanidad sino al mismo planeta tierra.
Naciones Unidas ha venido emitiendo resoluciones que no se cumplen (vg. Conflicto palestino-israelí, saharaui, kurdo, tamil…). Es una organización controlada por las potencias que integran el Consejo de Seguridad. Aunque su secretario y la asamblea general emitan comunicados y resoluciones de nada sirven porque van a chocar con el veto de alguno de los miembros del Consejo de Seguridad: Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia. Es una organización que está controlada por estas grandes potencias. Las diversas cumbres sobre el cambio climático se han visto, asimismo, obstaculizadas por los intereses de alguno de los miembros del Consejo de Seguridad.
En 2008 el Padre Miguel D´Escoto Brockmann fue elegido presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas. Ahí observó que la ONU no es eficiente. Comprobó con gran decepción que esta organización resultaba frustrante e inoperante porque en su diseño inicial se incluía como determinante y válido el voto de una minoría muy poderosa para mantener el control e incluso el recurso a la guerra, aunque fuese con el voto en contra de la mayoría de las naciones.
D´Escoto defendía que ningún país, por poderoso que sea, debe mandar en el mundo ni imponer su ideología. Las guerras no han cesado, las grandes potencias han entrado en una frenética carrera armamentista con armas de destrucción masiva y aumentan las grandes diferencias socioeconómicas entre los países. Unos pocos cada vez más ricos y la inmensa mayoría cada vez más hundida en la pobreza. Tomó conciencia de que la ONU no tiene capacidad para velar por la paz internacional, por la descolonización, por el desarrollo de los pueblos y ni por el cuidado del planeta.
Terminando su mandato como presidente de la Asamblea General de la ONU, Miguel D´Escoto llegó a la conclusión de que esta organización, que en su día había despertado una entusiasta esperanza, resultó un fracaso. El mundo necesita una autoridad fuerte, libre e independiente, reconocida por todos los países del planeta.
Esta realidad le motivó a elaborar una propuesta de reinvención de Naciones Unidas. Contó con el apoyo de Ramsey Clark y de Leonardo Boff. Ramsey Clack fue un abogado estadounidense que llegó a ser fiscal general de Estados Unidos, que desde su alto cargo público estuvo en el centro de las luchas por los derechos civiles y humanos y tomó una postura antiarmamentista, defendiendo las causas justas en todo el planeta. Asimismo, Leonardo Boff, teólogo brasileño de la liberación, comprometido en la defensa de los pueblos originarios y de la naturaleza, contribuyó en la elaboración de la Declaración Universal del Bien Común de la Madre Tierra y de la Humanidad.
La propuesta de reinvención de la ONU fue aprobada casi por la totalidad de los países del mundo. Sin embargo, los cinco que integran el Consejo de Seguridad, la rechazaron. D´Escoto murió y ahí quedo su propuesta en el aire.
Hoy, ante la inoperancia de esta organización para dialogar y evitar las guerras, diversas personalidades de todo el mundo buscan llevar a la práctica esta propuesta de refundación o reinvención. Buscan crear una nueva organización con autoridad universal, moral y eficiente, para velar por la paz, el control armamentista, la prohibición de armas nucleares (TPAN), el desarrollo social de todos los pueblos y el bien común de la humanidad y del planeta. Y de esta manera acabar con las grandes diferencias socioeconómicas, con el hambre y la descolonización en el mundo.
El Papa Francisco, reunido en Kazajistán con líderes de todas las religiones del mundo expresó que “Es hora de evitar el fortalecimiento de bloques contrapuestos. Necesitamos líderes que, a nivel internacional permitan a los pueblos entenderse y dialogar, para la voluntad de reforzar el multilateralismo, construir un mundo más estable y pacífico pensando en las nuevas generaciones” (16.9. 2022).
Estamos urgidos de una nueva organización internacional y de una profunda reestructuración de la ONU en base a la propuesta que hiciera Miguel D´Escoto, apoyada por los líderes religiosos del mundo. Es una tarea de todos los ciudadanos y ciudadanas del mundo. Nos reconocemos aliados en la lucha por una ciudadanía mundial que garantice la justicia, la descolonización de los pueblos, la paz para toda la humanidad y el cuidado del paneta y de toda la naturaleza de la que somos parte. Será un proceso largo, pero urgente para la paz, la armonía y el equilibrio ecocéntrico. Es apremiante realizar una campaña mundial que parta de abajo hacia arriba, desde las organizaciones sociales, populares, sindicales, intelectuales, artísticas, asociaciones humanitarias, ecologistas, feministas, ONGs, pueblos originarios de todos los continentes y confesiones de las distintas religiones, haciendo incidencia política en las instituciones públicas, municipales, regionales, nacionales e internacionales. Para ello es necesario conocer y analizar la propuesta que consta de los siguientes apartados:
- Presentación de Miguel D´Escoto
- Prólogo de Ramsey Clark
- Carta de la Organización de las Naciones Unidas
- Estatuto de la Corte Internacional de Justicia
- Estatuto del Tribunal Internacional de Justicia Climática y Protección Ambiental
- Declaración universal del Bien Común de la Madre Tierra y de la Humanidad.
Muchas personas en el mundo ya han comenzado esta campaña, entre quienes se encuentran personalidades de la cultura, pueblos originarios sobre todo de América Latina, destacados políticos, defensores de derechos humanos y líderes religiosos entre ellos el papa Francisco.
La iniciativa de Refundación de Naciones Unidas se presenta como un rayo de luz y de esperanza. Tal vez no veamos los resultados, pero merece la pena sembrar estas semillas para que un día pueda lograrse un mundo verdaderamente democrático, descolonizado, sin bloques imperiales, desprovisto de armas nucleares, justo, fraterno, pacífico y respetuoso con nuestra Casa Común, la naturaleza. Esta es nuestra esperanza. Es tarea de todos y todas ir sembrando estas semillas de un mundo nuevo de justicia y paz.
Por utópico que sea soñar,
hay situaciones en la vida
en que solo soñando se consigue algo”
(J. Moltmann).
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